lunes, 4 de agosto de 2014
Ángeles con caras sucias
A ver. Yo creo que BORGMAN va de unos ángeles desterrados que se dedican a putear a la gente. Un poco como si su único propósito fuese demostrar que el mal es amoral y que simplemente uno puede elegir hacerlo o no hacerlo. Luego, es verdad, está el problema y la cantinela de "a qué se me parece a mí"... porque a mí se me parece a Lars von Trier, que a su vez se parece a Haneke, que a su vez se parece a Seidl, que... ¿Es posible identificar un recuadro-tipo, asumido e investirlo como "Nuevo Cine Europeo"? ¿Recogemos las cenizas del Dogma95? O lo que es peor ¿No se estará convirtiendo la punta de lanza intelectual en un remedo bucliano e imparable?... "La Casta", que diría otro. E intentaba hacer una minisinopsis acelerada porque lo que más ha trascendido de esta cinta holandesa, que se pudo ver en Cannes y en Sitges, es la dificultad para emparentarla con un género localizable; aunque, la verdad, a mí no me hace falta, y no me tiro ningún farol. Camiel Borgman es una especie de indigente, de aspecto chabacano y hediondo, que consigue introducirse en una familia de clase burguesa (Chalé, piscina, niñera); poco a poco (con gran paciencia, diría yo) no sólo se ganará la confianza de la incauta pareja, sino que los manipulará de tal manera que su vida de felicidad se irá al carajo en tiempo récord. De los métodos, urdimbres y surrealismos (ver imagen) usados por el tal Borgman y su inquietante cohorte de colaboradores, es el magro de un guion que es menos impactante de lo que conscientemente (y he ahí el error) pretende poner ante nuestras narices ¿Que qué salvaría? Sobre todo el trabajo de los actores, y la hazaña de su director intentando encontrar el punto justo entre Pasolini, Bresson y algunos de los mencionados más arriba.
Iniciados, por tanto, abstenerse.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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