jueves, 2 de mayo de 2013
España:
Se murió Bigas Luna, caso único e inexplicable de la cinematografía española; artista visionario, de mirada personalísima que, en un extraño proceso de encoñamiento con los aspectos menos interesantes de su cine, terminó por copiarse (mal) a sí mismo y facturar algunas de las caricaturas más infumables de nuestro cine. Pero hubo un tiempo en el que Bigas Luna fue un excepcional cineasta, tan adelantado a su tiempo que sus primeras películas (las dos primeras a mucha distancia) no sólo no han perdido ni un gramo de vigencia y sentido, sino que en sus gélidas y calculadas imágenes (decididamente "bressonianas") pueden rastrearse a nuevos creadores, sobre todo a los que con tremenda imprudencia llamamos "modernos" ¿Es ello un signo de postmodernidad? No me atrevería a tanto con alguien tan difícil de defender, pero en películas como BILBAO o CANICHE hay mucho de lo que luego han ensayado Jaime Rosales o José María de Orbe; es más: me juego algo a que el griego Giorgos Lanthimos ha visto estas películas.
Y, hablando de CANICHE, de 1979, su mejor película, rodada en pleno estado de efervescencia intelectual tras la oscurísima BILBAO, se trata de un extraño cuento de terror narrado a plena luz del día y que esconde, tras sus inquietantes imágenes, otra cosa, una finísima y aguda disección de un país que nunca ha logrado emanciparse de sus fantasmas; antes al contrario, vuelve a ellos como quien necesita cobijarse bajo el ala de un maltratador al que venera. Pocas veces se ha retratado la decadencia con tanta saña y elocuencia, decadencia representada en dos hermanos que viven en un chalet ruinoso con la única compañía de un pequeño caniche, al que tratan mejor que a sí mismos. Su vida es una monótona sucesión de actos repetidos (la preparación de la comida del perro, la "limpieza" de la repugnante piscina, gastar el último dinero en el canódromo...), mientras esperan pacientemente a que una tía adinerada y sin hijos se muera y les deje toda su fortuna. Eloisa y Bernardo cambian entonces radicalmente sus hábitos, son millonarios y han invertido una fortuna en una faraónica residencia para perros; sin embargo, hay algo latente y que no puede seguir oculto, quizá son los hábitos, que a fuerza de ser repetidos quedan para siempre, esperando para volver. Así, lo que Bigas Luna logra recrear en CANICHE es una relación enfermiza, llena de puntos oscuros, pero lo más interesante es rascar en la superficie, porque CANICHE es también un lúcido retrato de la pequeña burguesía catalana, de sus cuestionables entreactos, y, claro está, de sus estertores como caja de resonancias del régimen franquista. Magnífica. Poco o nada quedaría de este Bigas Luna en su muy inferior filmografía posterior.
Saludos caninos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
6 comentarios:
Sin duda "Caniche" es su mejor obra. Los paseos del protagonista por aquella gris Barcelona de los setenta son fascinantes. La escena del vaso de leche causó un gran impacto, seguro que muchos lo probaron en sus casas.
Saludos. Borgo.
Creo que esa es BILBAO ¿no?... El protagonista, en cualquier caso, es el mismo, el ilustrador Ángel Jové...
Querida Ana: no tengo Facebook, ni Twitter, Pinterest me suena a rotuladores que no manchan la ropa y Google+ es algo que sólo el fencido profesor López Aranguren podría encontrar útil... Aun así, lo de "Besos!" al final me ha llegado al alma...
Tuyo, el inconsciente que esto escribe...
En esta no hay vaso de leche que valga, hay otro básico nutricional tratado con mucha menos simbología. BILBAO hace mucho que la vi, y desde luego no me dejó indeferente. Ésta que comentas la he visto ahora y, sí, es inquietante y procesa muy bien a los personajes, sus rarezas y el espacio. Pero lo que no veo es eso que dices de que es "una finísima y aguda disección de un país que nunca ha logrado emanciparse de sus fantasmas".
Yo tengo tus comentarios más como ricas anotaciones creativas al hilo de, pero esa interpretación, no sé, creo que va más allá (y nunca mejor dicho). ¿Tan bajo hemos caído, somos fruto de una obsesión por un caniche, símbolo de algo que yo no veo, cuando lo que se antoja es un pitbull que se lance al cuello, y lo que veo son a dos enfermos colgados de la rama gorda? ¿Aun nos queda lo peor, según los dramas sexuales de este director, tal cual tú los interpretas?
Muy buena, aunque yo guardo buen recuerdo de otras de Bigas Luna.
Y entiendo tu emoción final, esos "Besos", para los que no tuiteamos o feisbukeamos (Pinterqué¿?) van más allá de esa mirada y esa sonrisa becqueriana.
Un cielo, diría. Saludos.
Seguramente no me he expresado bien. A lo que quería referirme es al marco post-franquista barcelonés, con sus señoronas muy dignas que sólo hablaban catalán en sus reuniones de señoras... Y esos nuevos ricos del sector industrial, charnegos acomplejados... Un caldo de cultivo ideal para el horror continuado de la represión del régimen en según qué zonas. Ahí el caniche sería el pobre, el emigrado quizá; obligado a estar agradecido por obtener su limosnilla... obligado a poner el culo para su benefactor...
Ah! Así sí lo entiendo. Y lo comparto: la DI-GLO-SIA O DIGLO-&-CÍA catalana. Ya decía yo! Pero si no lo explicas ¿?
Por cierto, hoy me he visto esa "Drácula" con Lugosi, en la que saca de las tablas del teatro a la pantalla al conde vampiro (lo llevaba en la sangre...), y se nota el trabajo previo. Magnífica.
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