jueves, 30 de mayo de 2013
Cuidado con lo que deseas...
Cuidado con lo que deseas, podría hacerse realidad. Podría hacerse realidad que después de estar cerca de treinta años dirigiendo amables comedias románticas, ganándote el sueldo como inocua rampa de lanzamiento para futuros aspirantes a estrellas o aceptando que tus películas jamás llegarán a Cannes ni serán analizadas en profundidad por sesudos intelectuales, verdaderos pensadores de cine... A lo mejor un día alguien te encarga algo que parece un regalo pero que entraña un grave peligro. El director es Michael Hoffman, la película es THE LAST STATION, la traición se llama "hablemos sobre Tolstói". Bien, hablemos sobre Tolstói, ¿pero cómo? Uno puede ser riguroso, puede entroncar poética con contemplación, ampliar la panorámica hasta abarcar un tiempo y una situación, o incluso inventar una divertida parodia a lo Woody Allen. Lo que no se debe hacer (y mucho menos si esperabas lograr al fin cierto reconocimiento a tus esfuerzos) es creerte que lo que estás haciendo es "resucitar" a Tolstói. Básicamente porque no lo estás haciendo. THE LAST STATION es un film que se recrea en exceso; en los trajes, los paisajes, los rostros, las frases lapidarias. Sin embargo, nada de esto rechina en Syberberg o Greenaway, a lo mejor porque son directores de cine que están (y siempre estarán) un paso, o varios, por encima de Hoffman, al que sólo podemos pedirle que no atente, que no descarrile ni traicione su estilo "finamente encorsetado". Los actores son de altura, tienen toda una suerte de directrices para erigirse beneficiados de este entramado pseudohistórico y azucaradamente indulgente, y lo hacen. Christopher Plummer da veracidad y oficio a su recreación de un Tolstói al final de su vida, Helen Mirren convierte en oro cada frase que pronuncia, James McAvoy confirma que es uno de los mejores actores surgidos en los últimos años... Pero, ay, Mr. Hoffman...
Biosaludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
2 comentarios:
Desde luego, Greenaway no es. Pero, tejer en una película: la novela fuente - el autor quedó encantado, por muy raro que parezca- y el intensísimo último año de vida de, nada más y nada meno, Leon Tolstoi, y que pretende trancender a eso y ser tratado narrativo sobre la filosofía del Amor tolstoiana, y que un halo de todo eso haya (por las interpretaciones, el guión, la atmósfera...lo que sea, que lo tiene).
Está claro que no es al cine lo a la Literatura han sido los monumentales dramas del ruso -ni los roza- pero tiene mis respetos y consideración.
Sí, ay ay ay... Hoffman, que se nos dejó caer luego con una tal Gambit. Si es queee, el que nace lechón...
No es una mala película, pero todo el asunto tratado le queda algo grande. Se ve y se olvida, sin más...
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