martes, 29 de noviembre de 2011
El gran iconoclasta
Me entero de que Ken Russell ha muerto, y me preguntan por aquí: "¿Y quién diablos era Ken Russell?". Un director de cine, desde luego; pero también un metomentodo maravilloso, un diletante, un imperfecto necesario y un aperturista convencido, capaz de que las mayores tomaduras de pelo puedan ser hasta entretenidas. Russell tiene muchas películas, la mayoría semidesconocidas, pero, pese a que ya contaba con un importante bagaje como documentalista de lujo en la BBC de principios de los sesenta (fue el gran precursor de la ficcionalización del mismo), su puesta de largo como director de cine la hizo en 1967 con un extravagante film, el tercero que narraba las aventuras del escurridizo Harry Palmer y que atendía al sugestivo título de BILLION DOLLAR BRAIN. En realidad, yo no miraría aquí a 007 y sus estilizados métodos de lucha contra el mal, sino al camino abierto por Godard en ALPHAVILLE, donde el mal es mucho más ambiguo y la figura del héroe no está tan clara como pudiese parecer. Russell pervierte el material original y zarandea a un Michael Caine de mirada lánguida y gafas imposibles desde un modesto despacho londinense hasta Helsinki e incluso Texas; una fulgurante llamada telefónica le pone en órbita para entregar un misterioso termo de café, que en realidad contiene unos huevos con un potente virus. Palmer se encuentra con un viejo amigo (Karl Malden) y su atractiva y misteriosa pareja (Francoise Dorleac), para posteriormente acabar nada menos que con un reputado espía ruso (Oskar Homolka), y de allí a los dominios de un megalómano general tejano, de modos e ínfulas nazis, que pretende acabar con el comunismo empezando por Letonia y ayudado por el potente superordenador que da nombre a este fascinante film. Un film, eso sí, en el que uno debe dejarse ir sin hacer demasiadas preguntas; un divertimento de lujo que creo que no ha trascendido más por el poco respeto que le tiene al hermético género de espías. Sin embargo, y teniendo en cuenta la de veces que se le ha ido la olla a Ken Russell (con peores resultados), la revisión de BILLION DOLLAR BRAIN puede ser tan refrescante como reveladora; la obra de un inconformista, quizá no con tanto talento como a veces se le presupuso, pero sí poseedora de una visión propia que, además, esboza algunos dilemas a los que hemos llegado de cabeza cuarenta y cinco años después. Si pueden, rescátenla.
Saludos hipercomputerizados.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
3 comentarios:
El señor tenga en su gloria a Ken Russell y mis condolencias para sus familiares y amigos. Como director de cine era muy malo y destrozó los biopics de Liszt y Mahler. No recuerdo ni una sola película de Russell que merezca la pena revisionar.
Este Cerebro iba a rebufo del Ipcress de Sidney J. Furie que también es bastante mala. Así y todo el Harry Palmer de Michael Caine es más que un icono. Es acojonante. ¿Sabías que el Harry Palmer se cambió el apellido cuando se jubiló?. Se lo cambió por Brown...
Pues a mí me gusta bastante, hasta más que el soso de Bond...
Pues yo estoy con DVD, a mi este billion dollar brain me gusta. Y es que con Russell o conectas o no, lo tengo comprobado, no hay medias tintas. A mi lisztomania me encanta pero reoconozco que no es una peli para todos los publicos y menos si esperas fidelidad histórica. Efectivamente aqui 007 es referente, pero el delirante capo texano y su increíble "misión" pues lo encuentro bien resuelto.
Saludos!
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