El cine de género es un misterio, un misterio mucho más intrincado que la mayoría de obras de índole vanguardista que suelen traer de cabeza al cinéfilo medio. Y el cine de género, ese potro indomable que sólo pertenece a unos cuantos alquimistas de la imagen, ha dado un puñado de obras maestras, perdidas en un océano de basura de consumo rápido y olvido supersónico.
Uno de los grandes maestros del cine de género es John Frankenheimer, y una de sus obras maestras es THE TRAIN.
El aegumento de THE TRAIN no puede ser más simple, su ejecución sigue siendo un ejemplo de vigor y rigurosidad para cualquiera que se atreva a rodar algo semejante. En los últimos coletazos de la segunda guerra mundial, una facción nazi de la Francia ocupada pretende enviar a Alemania un tren cargado de valiosísimos cuadros; para ello, un oficial (estremecedor Paul Scofield) obliga al encargado de la estación (magnífico Burt Lancaster) que comande lo que comienza siendo una ruta suicida y termina como un imposible. Se conjugan aquí diversos elementos que enriquecen al film de manera notable. Por un lado está el oficial nazi, un enamorado del arte, capaz de sacrificar cuantas vidas humanas sean necesarias para salvar los cuadros. Por otro lado, Burt Lancaster, un antihéroe que asiste a la muerte de sus compañeros y que se pregunta cuántas vidas deben desaparecer para salvar un puñado de cuadros. Tras este tremendo dilema, la película se revela en todo su esplendor con escenas inolvidables, como el espectacular bombardeo de la estación (el bombardeo mejor filmado que he visto en una pantalla), el desvío del tren, por parte de la resistencia, mediante el cambio de carteles (lo que es no tener GPS...) o una escena final que no voy a desvelar aquí, pero que supongo que sabrán apreciar los que, como yo, disfrutaron de una gran película; una película de género y una lección de cine.
Saludos al tren.
2 comentarios:
Antes de que el tren parta, déjeme decirle, señor Indefilo, que tiene razón en lo de que esta es una gran película con un final nada despreciable (jejeje). En cuanto a las claves del género, de vez en cuando está bien, muyy bien, romperlas y deambular por otros derroteros.
Saludos y viajeros al tren
Es una película que atrapa. Descarnada en la narración, eficaz, trepidante. A mí me encanta.. Por cierto, Frankenheimer filma muy bien los trenes, y eso ya es un punto muy fuerte a su favor. Es como un director de western que sabe filmar a los caballos: ya tiene media película hecha.
(Y me gusta también que se la recuerde).
Saludos.
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