2007. Ridley Scott entrega su nueva película. La película ha costado una pasta; y la gente lo sabe; y no pasa nada, porque es 2007 y hablamos de Ridley Scott.
Prosigamos. El protagonista de la nueva película de Ridley Scott es Russell Crowe... y no puede ser de otra manera. Sin embargo, Scott sabe que es imposible rellenar 160 minutos de película con un actor de un solo registro. Solución típica de un director que cuenta con un presupuesto que acabaría con el hambre en Burkina Faso: el héroe debe tener un antihéroe; un malo que no lo parezca; un negro con el que todo el mundo se pueda sentir identificado. Denzel Washington. Y Denzel Washington se pone manos a la obra y es capaz de demostrar que su rictus entre elegante y chulesco no varía para Malcolm X, ni para un policía retirado, ni para un soldado de la guerra de secesión, así que ¿qué podría hacer que lo cambiase para un narcotraficante?
Hasta ahí los 160 minutos de AMERICAN GANGSTER, el terrorífico intento de Ridley Scott por emular al maestro, a Scorsese. Teniendo en cuenta que las películas de Scott son absolutamente incapaces de remover nada en el interior de nadie, podríamos quedarnos al menos con algún novedoso tratamiento fílmico, estético... o vaya usted a saber; en vez de eso, nos tenemos que tragar un ladrillo sobre un narco negro con principios morales que no le interesa a nadie, y a un policía fracasado y vividor que acaba revelándose como un genio ¿? rastreador. Lo mejor, al menos lo más salvable de esta innecesaria parábola sobre improbables polos opuestos, es precisamente a lo que Scott dedica menos metraje; del fino enfrentamiento verbal entre ambos personajes, que sólo coinciden al final, podía haberse extraído un interesante tratado sobre moralidad y ambigüedades, sobre camaradería incluso desde el odio mutuo. Lo malo es que Ridley Scott hace mucho tiempo que enseñó sus cartas, su discurso es conservador hasta la náusea y el hecho de que empezase a hacerse preguntas podría hacer tambalearse su bien asentada moral de boot camp... exactamente lo que les pasa a Washington y Crowe. Curioso, porque se suponía que eran absolutamente diferentes.
Saludos gangsteriles.
2 comentarios:
No puedo estar más de acurdo con tu comentario. Un ladrillo de película para que al final nos digan lo de siempre, que los extremos se atraen y que entre el ma y lo correcto no hay tanta diferencia.
Saludos mafiosos
En su día me quedé con ganas de verla -curioso que es uno-, pero al parecer no me perdí gran cosa... Me lo olía...
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