Este mes parece que me he propuesto sentar algunas bases (propias, por supuesto) acerca del estado del cine español. Y nada mejor que tirar de contrastes y comparaciones, un buen método para no dejarse llevar por la pasión pendenciera ni los sentimientos encontrados.
Uno de los principales problemas con los que se encuentra un joven realizador, aparte del económico, suele ser el que sigue a esta pregunta: "¿Y de qué hablamos?". Exactamente. Porque no se quiere caer en la frivolidad ni el exceso de celo; y porque ahora mismo ¿hay realmente algún tema de actualidad que sea interesante? La respuesta es sí.
Hace algún tiempo hablé aquí de una película realmente interesante llamada SMOKING ROOM, cuyas grandes virtudes estaban en la agilidad con la que Roger Gual, su joven director, aprovechaba un tema aparentemente nimio (la prohibición de fumar en las empresas) para introducir grandes preguntas sobre los abusos cometidos en el ámbito laboral. Cuatro años después, Gual, ya sin Julio Wallowitz en la co-dirección, vuelve a sorprender con un relato coral donde nada es lo que parece aunque todos sabemos cómo acaba esta historia; la historia del relevo generacional y el intercambio de roles. Lo que antes se atribuía a una generación ahora recae en la siguiente, y siempre será así. Y siempre suscitará un polémico debate, porque cada uno defenderá lo suyo.
En este caso, la excusa es francamente ingeniosa: un grupo de antiguos hippies, ya casados y con hijos rozando la treintena, decide visitar al antiguo líder de su comuna, que vive retirado en el campo. Lo que aparentemente iba a ser un plácido fin de semana lleno de nostalgia acaba con todo el grupo enfrentado (padres impotentes, hijos resentidos, parejas desplazadas, el gurú ex-alcohólico y herido por recuerdos escabrosos) y la necesidad imperiosa de escupir verdades a toda costa, de desvelar lo que se ha estado guardando como "simples juegos de juventud". Los actores, ya digo, se muestran solventes en una difícil tarea, la de convencer de que realmente pertenecen al juego generacional, pero el gran acierto del film es la frescura de un guión que rechaza salir de un marco cerrado para centrarse en los conflictos de los personajes. Al más puro etilo Bergman pero hablando de cosas que a todos nos suenan. Y ya era hora.
REMAKE tampoco apareció en su momento en los goya... ¿y qué más da?
Saludos generacionales.
2 comentarios:
A mí lo que realmente me hastía del cine español es el victimismo en el que se empapa. Parece que nunca le ha ido bien en toda su historia, pero en lugar de renovarse o poner voluntad de cambio, siguen erre que erre con la misma cantilena. Lo único que se les ocurre decir es que hay que ver más cine español. Mire usted, el espectador es soberano y no hace falta que nadie le indique lo que tiene que ver, sobre todo, cuando nadie le va a costear el precio de la entrada. Ese llamamiento no arregla nada; es un problema de ideas, en definitiva, de talento. No es un problema económico.
Yo hace bastante tiempo que no veo una peli española en el cine; reconozco que no me llama mucho la atención el tipo de películas que están haciéndose hoy en día. Sin embargo, disfruto de lo lindo en casa revisitando viejos clásicos del cine español en DVD. Aunque no lo parezca aquí también se ha hecho Cine, y del bueno. Precisamente cuando más penurias económicas atravesaba el país, y con la censura en el cogote, es cuando aparecieron algunos de los mejores títulos de la historia de nuestro cine. Eso debería hacernos reflexionar.
Un saludo y enhorabuena por este más que interesante blog.
Primero y más importante, BIENVENIDO; siempre es un placer escuchar nuevas voces en Indefilia. Luego, estoy bastante de acuerdo contigo, lo que pasa es que es un tema que ya no me conmueve lo más mínimo; antes me desesperaba viendo una gilipollez tras otra en pantalla y (sobre todo) a los "artistas" quejándose de la poca afluencia a los cines. Si nos olvidamos del patrón U.S.A., justo al lado tenemos un ejemplo a seguir en Francia, sólo hay que echar un vistazo a las cuotas de estreno autóctonas y al esfuerzo promocional. Pero existe otro problema. Atención. En Francia se promociona por igual a Resnais, a Desplechin, a Vardà, a Besson, a Boon o a Cantet, por mencionar a autores que han estrenado recientemente y cuya propuesta es más que diversa. Esto quiere decir que hay un ánimo real por lanzar el CINE francés, pero para ello debe existir una academia con vocación y no un grupo de señores que dicen que saben mucho de cine, pero que sólo saben de boatos sin interés y de quejas sin sentido. De Jesús Franco debían aprender, él decía: ¿complicado hacer una película? ¡y una mierda! Dejad de perder el tiempo en pamplinas, coged una cámara y... ¡A RODAR!
Pues eso...
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