A la hora de encarar el siempre controvertido tema de la segunda guerra mundial y evitar el simplismo de los bandos enfrentados, sin intentar profundizar en las razones de tamaña carnicería, sin ponerse en el lugar de los que literalmente fueron obligados a matarse por una cuestión de megalomanía incontrolada, es lógico que se caiga en el manierismo de las producciones americanas, sonrojantes en los años 40 y más atenuadas en los 50, para volver a caer bajo en los 60. No fue hasta la irrupción de Rossellini y su cámara a ras de tierra que pudo verse a través del cine un enfoque que hiciera justicia a un conflicto que sólo dejó víctimas.
Ha habido muchos intentos en Europa de contrarrestar la tozudez americana. En Francia, Italia, Gran Bretaña, Rusia... Sin embargo, siempre han sido enormemente interesante la expectación por descubrir la mirada alemana. Alemania es el gran Leviatán del conflicto, finalmente derribado por el arcángel yanqui, instaurador de la paz y la democracia frente al monstruo totalitario. Un poco exagerado, pero no es menos cierto que ninguna película americana ha retratado el miedo y la frustración de los soldados alemanes; y fue en el frente ruso donde esto se hizo más patente. STALINGRADO es un enorme mural blanco en el que los monstruos se humanizan, los soldados son abandonados por los altos mandos y reducidos a meros instrumentos de acción bélica. Podemos ver el sufrimiento de haber perdido toda esperanza, con los tanques rusos para rematarlos... el principio del fin de la locura nazi.
STALINGRADO son más de dos horas de gran cine, cine bélico. Cine que no elude su condición de superproducción, como también es capaz de lograr momentos de gran lirismo a costa de unos personajes elevados (mal que les pese a algunos) a la categoría de mártires. Y es que eso también fue la guerra.
Saludos nevados.
4 comentarios:
Me gustan estas películas bélicas que tiran más del lirismo que de la épica, porque la épica en la guerra no es más que fanatismo y ganas de asesinar al otro como si fueran lo peor que hay en este mundo. Por eso prefiero La delgada línea roja que Los cañones de Navarone.
UYYYYY Capriiiiii. Yo me quedé estupefacto con los 5 primeros minutos de la línea. Pero no me negarás que los cañones... es como la gran evasión... Ufffff. A STEVE McQUEEN o ANTHONY QUINN no tocarmelos!!! Y ese David Niven que parecía recién salido de una disco? Y ese Coburn en bicicleta?
Por otro lado, hay épicos como los japoneses que creo que también son fantásticos. No soy de los que cree que la épica guerrera del cine nos lleve a hacer más guerra. Por lo menos a mí me lo ha evitado. Nadie va a la guerra voluntario, y los que la montan no confían en peliculas para que vayas... te obligan.
Stalingrado la vi en el cine y salí helado. Me pareció interesantísima la mirada alemana. Lo que sí me cansa un poco es el rollo de Spielberg que seguía en los 90 haciendo películas planas en las que los alemanes eran una especie de vampiros o zombies, malísimos. De hecho entre el Soldado Ryan y Dawn of the dead no veo casi diferencias argumentales.
Eso en lso 50 era divertido. En los 90 era una payasada. Pero Spielberg se redimió con la producción de Cartas de Iwo Jima (muy lírica también).
En fin, que estoy disparatando.
Jeje... Estos diálogos luso-caprinos en blog ajeno los patentaba yo, que dan mucho juego y suben el nivel...
Ciertamente esta peli es especial, las pelis americanas, que las hay muy buenas, tienen una línea muy clara, los alemanes y japos son en general como los indios, tontos y malos.
Esta peli esta muy bien, sin duda el frente ruso debió ser una pasada.
Saludos
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