domingo, 19 de enero de 2020
Rincón del freak #389: Invitados, delicias y galimatías
Usted va a ver pocas películas más irritantemente relamidas que THE GOLDFINCH, o la constatación de que no se puede alabar a un mediocre. Esto va de un niño con flequillo y gafas de carey que no usa móviles y se pirra por el arte antiguo, la literatura decimonónica y los museos. Precisamente, un atentado en el Metropolitan (terriblemente filmado, por cierto) es el disparadero de esta cosa que no se entiende muy bien qué es, o que no se quiere hacer entender más bien. John Crowley (que estuvo más inspirado, por ejemplo, en BROOKLYN) coge la novela de Donna Tartt y la destroza, demostrando que no ha entendido un carajo, y pensando que puede armar un relato "total" en torno a una serie de correspondencias, que en ocasiones rozan la ciencia ficción, por lo traído por los pelos que está. Este niño queda huérfano de madre, y se va a vivir con una familia que no se sabe si es suya; pero no es así, porque en realidad se va a vivir con un anticuario, que era la pareja de otro anticuario que murió en el atentado, no sin antes revelarle un secreto importantísimo al chaval acerca de u pequeño cuadro con un jilguero. Bueno, luego viene el padre y se lo lleva a Texas, aunque el padre es un desastre, está en la bancarrota y vive en una urbanización abandonada en mitad del desierto. Allí conoce (no se sabe cómo) a un emo ucraniano, con el que descubre las bondades del vodka y el Vicodin, y al que se encontrará mucho tiempo después convertido en un mafioso de opereta. Lo peor no es lo mal que está contada, ni lo mal que está interpretada, ni lo mal que está, finalmente, dirigida. Lo peor es que uno intuye que tras estas insufribles dos horas y media es casi seguro que va a haber un montón de gente a la que no le gusta el cine, y que raramente ve una película, diciendo que qué maravilla y qué seriedad y qué otras sandeces más...
Terrible, terrible...
Saludos.
PD: ésta es la única película en la que a Nicole Kidman le ponen tres kilos de maquillaje tanto para rejuvenecerla como para envejecerla... ¿?...
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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