miércoles, 10 de enero de 2018
El río que va al océano
Se cumplen 35 años de RUMBLE FISH, la segunda adapación que Francis Ford Coppola realizó de la escritora Susan E. Hinton tras THE OUTSIDERS. Coppola corrige y aumenta aquélla, la despoja de cualquier trazo superfluo y toca el hueso lírico de esta extraña historia sobre moteros, pandilleros, drogas, chicas con calcetines y peces de colores. Un extenso poema sobre el fin de las peleas de bandas y el vacío existencial de los ignorantes, justo cuando les da por reflexionar y hacerse preguntas sobre qué lugar ocupan exactamente. Coppola, arruinado tras su "ataque al corazón", filmó compulsivamente estas dos pequeñas grandes joyas ayudado por todo su fiel entorno, con más intuición que cabeza, pero congregando, sobre todo, a un puñado de futuras grandes estrellas, entre las que sobresalían Mickey Rourke, Matt Dillon, Nicolas Cage, Larry Fishburne o Diane Lane. Una historia que si no pasa de moda es precisamente por su inconcreción, a la vez mezcla de aullido de libertad y lamento generacional. Mención aparte merecen su hermosa fotografía en blanco y negro, repleta de ángulos imposibles (una constante que luego Coppola usaría como sello), y la inclasificable partitura compuesta por el ex-Police Stewart Copeland, que mixturaba funk, reggae y rock clásico. No es que la Zoetrope saliera de la ruina, y la carrera posterior de Coppola se ha caracterizado por preocupantes picos de creatividad, pero aún le quedaba algo poderoso por decir, un musical sin más coreografías que las peleas entre bandas, una historia de amor para solitarios o, para simplificar, qué significan los colores desde el punto de vista de un daltónico.
Nunca tantas contradicciones configuraron tanta armonía.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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