sábado, 13 de febrero de 2016
Variaciones para un cambio
Aparcamos de momento la filmografía de Bruno Dumont con el que es hasta el momento su último trabajo. Fechada en 2014, P'TIT QUINQUIN es una miniserie de cuatro capítulos que se emitió por el canal Arte y que llegó a presentarse nada menos que en Cannes. El cine de Dumont, creo yo, no admite análisis al uso, porque ello le hace perder gran parte de su verdadera valía, la de una obra dedicada a abrir caminos desde el lugar más abrupto, una disonancia rítmica que encuentra perfecto acomodo en sus actores, la mayoría improvisados, casi siempre recitando sus líneas desde un rictus impasible, que parece querer desfigurar el rostro hasta el paroxismo. Ésta es la historia de un pueblo en el Pais-de-Calais, un niño bastante gamberro que monta en bicicleta y tira petardos y esconde una desafiante humanidad tras un labio leporino y un audífono que no le impide absorber cualquier detalle. La Policía Nacional llega para investigar un extraño suceso, son el Comandante Van der Weyden y el Teniente Carpentier; un misántropo que parece más interesado en las costumbres locales que en la investigación y un hierático conductor a dos ruedas... El suceso es una vaca rescatada muerta de un búnker al que es imposible que haya accedido y el descubrimiento de diversos restos humanos en su interior.
Pero digamos alto y claro que Dumont es capaz de descolocar a cualquiera que piense tener la clave de una serie detectivesca. Esta no lo es, pero es muchas cosas más. Es un fascinante, desesperante y alienígena tratado sobre el mal (tema omnipresente en el autor francés) que utiliza con sapiencia adquirida algunos de los tics (esos tics...) más sobados de las series de última hornada; series policíacas que son unánimemente aplaudidas y aceptadas, aun cuando sus posturas cada vez se van tornando más maniqueas. Es por ello que P'TIT QUINQUIN podría pasar perfectamente por una especie de burla consciente o "variación" modulada, porque en su inaccesible entramado subyace una poderosa idea de partida que es preciso encontrar en los pequeños detalles insignificantes mucho más que en esos tics convertidos en motores narrativos.
Mi recomendación: olvídense de TRUE DETECTIVE o THE KILLING, y piensen en Tati filosofando acerca de la existencia y sus desviaciones. Hay dos o tres escenas antológicas en esta extraordinaria serie, y ninguna tiene nada que aportar a un posible desenlace, porque quizá ni siquiera exista dicha explicación...
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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