sábado, 28 de noviembre de 2015
Una noche de cuentos
Se cumplen nada menos que 70 años del estreno de una de esas obras que obtienen justamente el difícil adjetivo de "seminales"; es un acontecimiento, porque en su momento lo fue, y sus muchas influencias aún palpitan a lo largo de producciones que no han hecho más que imitar, con mayor o menor fortuna, un modelo, el de las películas por episodios, y más concretamente el de las historias de terror. Es una historia curiosa la de DEAD OF NIGHT, primero porque fue producida por los míticos estudios Ealing, que permanecen en nuestra memoria por sus legendarias comedias, de hecho fue el primer film que dichos estudios pusieron en marcha tras la Guerra. Sin embargo, lo que más llama la atención es la imaginación con la que combina diversos puntos de vista para confluir en un todo magnánimo, sorprendente e incontestable, zarandeando al espectador más avisado.
Un hombre llega a una mansión donde se celebra una reunión, tras presentarse cuenta que todo aquello es un sueño que ha tenido recientemente y que por eso ha estado buscando dicho lugar, hasta que lo ha encontrado. De primeras, el hecho de que todos los allí reunidos se pongan a contar sucesos más o menos terroríficos que les han ocurrido a ellos o a allegados, puede parecer cogido por los pelos, pero la presencia de un médico, escéptico por naturaleza, tornará la velada en un intenso tour de force intelectual. Todo arranca con un episodio de resonancias bergmanianas (FRESAS SALVAJES), en el que un hombre llega a ser testigo de su propia muerte, sin saber nunca si lo que está viendo pertenece al sueño o a la realidad. Después, un inocente juego de niños, el del escondite, es el método por el que se detecta la presencia del fantasma de un niño que murió mucho tiempo atrás. Hay un discutible interludio, de corte más bien cómico, a cargo del genial Charles Crichton, que por sí solo es divertidísimo, pero que desentona en el montante, y en el que un par de golfistas, eternos rivales en el green, se disputan los favores de una joven en un último partido a vida o muerte... literalmente. Tras este impasse casi relajante, hay una inquietante historia que recuerda absolutamente al "Dorian Gray" de Wilde, en el que el reflejo distorsionado de un viejo espejo es capaz de empujar a un hombre hasta la locura. Sin embargo, el episodio más memorable es reservado para el final, que podría haber sido un largo autoconclusivo, pero que incluso su extraordinaria concisión le otorga el estatus de obra maestra. Dirigido por el gran Alberto Cavalcanti, director brasileño nunca suficientemente reivindicado, contaba la extraña historia de un ventrílocuo cuyos números asombran por su perfección, hasta el punto de que es imposible determinar que quien está hablando es, efectivamente, el hombre, y no el muñeco. Con una inolvidable y expresionista interpretación a cargo de Michael Redgrave, se trata de una historia sencillamente escalofriante y de la que es mejor contar lo menos posible, y cuyo final aún guarda una sorpresa más, puesto que enlaza directamente con la mansión en la que se están contando las historias, ya que curiosamente es la historia que ha elegido contar el escéptico doctor.
Son muchos los directores que han alabado esta maravillosa película, y no menos los que se han servido de sus métodos narrativos y estructura metatextual, a nosotros, lo que nos queda por decir es que el poder de la palabra sigue siendo mucho más sugestivo a la hora de infundirnos un terror incontrolable y primario que una horda de zombis o un monstruo gigantesco... Que tomen nota.
Imprescindible.
Saludos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
2 comentarios:
Esta la tengo en lista de espera igual desde el 95 (en el cd-rom de cinemania era de las que tenía 5 estrellas y todos la definían como genial)... será hacerme con ella algún día y verla por fin.
Tiene sus altibajos (si no sería una obra maestra absoluta), como ese extraño interludio cómico, que no pega mucho y resulta forzado, pero aunque sólo veas el episodio del ventrílocuo firmado por Cavalcanti (¡qué gran olvidado!) esas imágenes se quedan grabadas en tu mente mucho tiempo. Comparada con otros productos similares por episodios es de lo mejor que he visto.
Un saludo.
Publicar un comentario