domingo, 7 de diciembre de 2014

Rincón del freak #178: De Kenya a Lancastershire sin que se inmute un pelo de flequillo



Raudo, acudo al requerimiento (un poco sui generis, es verdad) de Mr. Lombreeze a causa del necesario rapapolvo a ciertos "affaires" de nimia repercusión en el seno de la Iglesia Católica, nido de rufianes y encoñados nenes de mamá, hijos de perra que deben recuperar el tiempo perdido en su gilipollesca juventud, por lo que persiguen a niños inocentes con aviesas intenciones. De los militares hablaré otro día, no lo duden...
El caso es que mi amigo, compadre y hermano de letras y celuloides, hizo referencia a un segundo film del mismo director, Cyril Frankel, uno de aquellos entrañables "artesanos", 4X4 de la dirección y buen y obediente realizador de los lúbricos designios de la Hammer. THE WITCHES queda perfectamente enclavada en aquello que se llamó "Country horror", término que ha vuelto a poner de moda el gran Ben Wheatley y que hallaba su sustento principal en una celebración de lo atávico, ritos ancestrales mediante y con gran querencia por los poblachos cerrados sobre sí mismos y que sólo se muestran acogedores y hospitalarios con el extranjero para su propio y arcano beneficio. Una madurita Joan Fontaine encarna a una antigua misionera que huye de sus propios fantasmas africanos refugiándose en una enigmática escuela de la campiña inglesa. Allí encontrará paz y tranquilidad, aunque el extraño comportamiento de los habitantes la lleve a sospechar que algo se cuece en los interiores de ese mar de calma, quizá no tan auténtica. Sin que se le mueva un cabello de su superlacado peinado (con algún que otro exceso de secador... Gasp!!!), la Fontaine transita un ambiguo rol de señora deseable pero difícil de no respetar, dada su imperturbable efigie y previsibles Maderas de Oriente, que siempre era algo que anulaba el acercamiento carnal. La película en sí no es ninguna maravilla, pero dos elemntos más podríamos destacar si es que se les ha abierto el apetito cinéfago. Uno es la deliciosa presencia de la sudafricana Ingrid Boulting, que con la mayoría de edad incorporó su tremendo físico a diversas revistas masculinas; otro es el orgiástico final, indetectable por la deriva misma del film, muy apegado al horror clásico británico, pero que supone un punto fuerte al tirar la casa por la ventana en un desmelene de brujería druídica más que sugerente... De la Hammer, vaya...
Saludos.

2 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

Cine pagano, sin duda.
La verdad es que es una película que yo no me atrevería a recomendar a nadie salvo por esas rarezas que apuntas.

dvd dijo...

El casco de la mala y el bailecito de los "infieles" tienen su guasa, pero la palma se la lleva el peinado de la Fontaine...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!