jueves, 9 de octubre de 2014

Películas para desengancharse #2



Atendiendo al principio de desenganche propuesto en la anterior entrada, GANDHI dignifica los mismos términos y es capaz de sortear, casi siempre con éxito, las dificultades propias de un relato de magnitudes insondables. Porque hablar de Gandhi se puede, ¿pero cómo? Richard Attenborough combina con sabiduría grandes espacios con otros íntimos, casi infinitesimales, pero cuenta con ayudas inestimables: la impecable fotografía de Ronnie Taylor; el guion milimétrico de John Briley; la alucinante banda sonora compuesta por Ravi Shankar; y, sobre todo, el espectacular trabajo de mímesis de un por entonces desconocido Ben Kingsley, que le valió su único oscar, del total de ocho que el film recogería.
¿Por qué, entonces, desengancharse de una película aparentemente rocosa, incuestionable, monumental? Entiendo que precisamente por ello, por lo poco que su estructura megalítica ha aportado al esmero de producciones similares aparecidas con posterioridad. Su curioso híbrido de timidez y exhibicionismo no le hace ningún favor, y es por ello que muchos (con menos talento que Attenborough) han buscado el deslumbre facilón del discurso sentencioso y la amalgama de personajes y situaciones. Afortunadamente, GANDHI consigue el milagro de mantenerse coherente y sin fisuras, cabalgando su propio tremendismo (la escena de la matanza roza lo obsceno) y sorteando algunas licencias tan cuestionables como su misma apertura, que ya muestra sin ningún pudor el asesinato del mítico político y activista, repitiéndolo, efectivamente, al final.
No creo que fuese empresa fácil abordar una figura tan controvertida, repleta de luces y sombras y con un tufo a semisantidad que, al menos a mí, me tira para atrás. En lugar de ello, Attenborough acerca siempre su cámara a los pliegues del rostro de Kingsley, y su asombrosa transformación también indica una voluntad de humanización, más allá de la dimensión mítica de este relato bigger than life del que, no obstante, repito e incido, me parece necesario tomar aún más distancia de la que le otorgan sus más de treinta años. Además, le debía un serio homenaje a su director, recientemente fallecido.
Saludos.

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