lunes, 9 de mayo de 2011
Mitos y licencias
A estas alturas pocos son los que no saben que la Marvel, en su ramificación cinéfila, lleva ya un tiempo allanando el camino a su proyecto más ambicioso, THE AVENGERS, que verá la luz, si todo va bien, dentro de exactamente un año. El éxito cosechado por IRON MAN y la próxima aparición del Capitán América constituyen los dos pilares de este legendario grupo de superhéroes; el reciente estreno de THOR es, además, un reto para su director, Kenneth Branagh, acostumbrado a realizar otro tipo de producciones muy diferentes. THOR es un fidedigno regalo para los fans, un vigoroso relato de aventuras épicas del que poco hay que explicar salvo su tambaleante reparto y su sorprendente desarrollo, bastante diferente al mostrado en productos similares. El film cuenta el destierro del Dios del Trueno a Midgard (La Tierra) desde el dorado Asgard a causa de un ingenioso engaño perpetrado por su malvado hermano Loki, que logra engañar incluso al todopoderoso Odín. La intención de Loki es abrir Asgard a los gigantes del hielo de Jotunheim, con su temible rey Laufey a la cabeza. A partir de aquí, como Thor ha de arreglárselas en La Tierra sin poderes y sin su poderoso martillo Mjolnir, el asunto épico pierde relevancia y es sustituido por un sentido del humor que me recordó por momentos al desplegado en SUPERMAN y que le viene francamente bien a una cosa tan trillada como ésta. Luego está su reparto, como decía un poco titubeante, con el australiano Chris Hemsworth a la cabeza, del que debo decir que no me ha parecido un mal actor ni mucho menos, y cuyo papel le viene como anillo al dedo, con algunos momentos en los que tienes que reírte forzosamente. Luego me cansa ya un poco ver a Anthony Hopkins perdido en estas producciones que tan flaco favor le hacen a su inmenso talento; y tres cuartos de lo mismo digo de Natalie Portman, que no sé qué rayos pinta ahí, excepto hacer caja, y otro excepcional intérprete, Tadanobu Asano, cuyo a priori interesante rol del misterioso Hogun "El Irreductible" (¡qué recuerdos de la Vértice, jodó!) es arrinconado hasta lo irrisorio, al igual que los Fandral y Volstagg; por no hablar de una Rene Russo irreconocible como la Reina Frigga o Stellan Skarsgaard, al que meten con calzador sólo porque es de origen nórdico ¿? Otra cosa son los villanos, porque Tom Hiddleston hace crecer a su Loki en un papel lleno de matices, muy shakespeariano y muy del gusto de Branagh; mientras Colm Feore, bajo capas y capas de maquillaje, realiza una tenebrosa y muy personal aproximación al Rey Laufey, que pone los vellos de punta. Y, en fin, que pese a tratarse Thor de un dios de la mitología escandinava está claro que su destierro no iba a ser a Noruega o Islandia (¿Se imaginan?), sino a Yanquilandia, donde el fanfarrón y campechano desterrado se solazará a base de hincharse de hamburguesas y arrebatar con su natural simpático a una Portman de maneras casi adolescentes. Por último, quejarme de la cutrez del enemigo que le envían desde arriba y de algunos momentos en los que te quedas pensando porque simplemente no sabes qué ha pasado. Aun así, es de los mejores entretenimientos palomiteros que he visto últimamente, así que ustedes mismos.
Saludos santabarbarinos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
3 comentarios:
Me gusta, ¡que me pongan otra! ¡crash!
Sí, yo también me descojoné ahí; es de los pocos tíos cachas con vis cómica que he visto, y mucho mejor actor que Schweppenagger...
A mí esta pelis de la Marvel me encantan, me lo paso en grande con ellas, especialmente cuando las comparo con lo que veía de enano donde, más allá de Superman, reinaba la cutrez más absoluta. Así que deseando darle el vistazo a este Thor.
Publicar un comentario