domingo, 16 de enero de 2011
Rincón del freak #11: Neoliberales caníbales
Aún en los 80 se podían encontrar piezas tan bizarras como la que hoy nos ocupa; más que por su argumento y desarrollo, por su plantel y elenco, con una destacable trayectoria en el Hollywood más alternativo, sea eso lo que sea, claro. EATING RAOUL bebía de muchas fuentes, y quizá eso le dio tanto su exótico carácter (hoy lo llamamos sin pudor "de culto") como la dejó de hecho en un segundísimo plano, menos conocida que títulos de similar factura. Su delirante sinopsis nos presenta a Paul y Mary, un castísimo matrimonio de clase media que reniega del triunvirato "Mundo, demonio y carne", especialmente de este último; unos inesperados problemas económicos harán su situación poco menos que insostenible, hasta que un desconocido se cuele en su casa con aviesas intenciones ante Mary y Paul lo resuelva con un "cartoonesco" sartenazo. A partir de aquí, la película se desmadra y Paul y Mary (por allí no apareció Peter) arreglaban su penuria cargándose a cuanto depravado se acercaba atraído por los encantos de una Mary Woronov (sí, la semimusa de Warhol) con un morbazo imponente pese a sus cuarenta y tantos tacos. Para liarlo un poco más, hará aparición un pícaro llamado Raoul que se da cuenta del macabro negocio y les propone una especie de colaboración: ellos venderán los coches de los difuntos y él se encargará de hacer desaparecer "los restos". Entre los métodos (a cuál más hilarante) usados por Paul y Mary para atraer incautos, anuncios en el periódico y asesoramiento de una Dominatrix incluidos, y el sistema de Raoul para deshacerse del sobrante, que no desvelaré aunque me maten, nos iremos adentrando en una comedia bastante turbia que gana enteros a medida que se acerca su surrealista final. Una sorpresa, en todo caso, quizá lastrada por su estrecho presupuesto pero con una saludable desvergüenza que a mí me recordó por momentos a nuestros clásicos sainetes, sin grandes aspiraciones pero magníficos resultados. Una frikada, sí, pero ni mucho menos una mala película, que esto no es el rincón del masoca. Acabáramos...
Saludos deglutidos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
5 comentarios:
¿Y si nos comemos a Raul? se convirtió en un bombazo en la Barcelona de los 80 por el boca a boca. Aquella sala -el Ars- tuvo que prorrogarla durante semanas. Conocía a Paul Bartel por una cinta de culto "Private Parts" con la morbosa relación de un hombre y su muñeca hinchable. Aún recuerdo las carcajadas que solté cuando los protagonistas deciden comprar otra sartén pues a ella le da reparo cocinar con la misma sartén con la que asesinan a la gente. Una frikada, sí, pero muy buena. Borgo.
Por cierto, me ha encantado tu reseña sobre "El verano de Sam", me gusta porque es el film menos Spike Lee de todos sus films y Leguizamo lo sostiene muy bien él solito. Borgo.
Desconocia esta pequeña joya, estaré atento a ver su la consigo.
Lucifer
Ya sabía yo que el demonio era anónimo...
La recuerdo con cariño de la época de los vídeo-clubs de VHS, le debo un repaso, sin duda.
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