Sería imposible entender la figura de Alain Delon sin aludir a su importancia fuera de las fronteras francesas, donde era reclamado ya como una de las principales estrellas del cine europeo. La lista es inacabable, pero uno de los mejores ejemplos es ROCCO E I SUOI FRATELLI, o cómo el neorrealismo también podía adoptar las formas de grandes epopeyas de nuestro tiempo, abrazando la tragedia griega y la crónica social al mismo tiempo. La llegada de la familia Parondi, desde el sur de Italia, hasta la industrializada Milán, en busca de un porvenir, nos muestra las miserias de los arribistas y los aprovechados, que contrastan con la candidez de estos cuatro hermanos y su arrolladora madre. Con las oportunidades contadas, el mundo del boxeo se convertirá en la posibilidad de acortar el camino para salir de la miseria, a veces con un coste demasiado elevado. Película única en su especie, obra maestra intemporal de un Luchino Visconti desbordante, dotado de una caligrafía excepcional, brutal y suntuosa, para elevar esta historia de perdedores y abnegados hasta una sinfonía oscura y desesperada. Difícil hablar aquí de un protagonista absoluto, en un impresionante reparto coral, pero no es menos cierto que Delon hace crecer su personaje desde la discreción hasta el héroe trágico que ha de cargar con todos los pecados ajenos. Apenas puedo achacarle una duración quizá excesiva, pero que también es esencial para esculpir un clásico intemporal, y una de las mejores mejores películas de todos los tiempos.
Saludos.
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