lunes, 10 de julio de 2017
Será como aquella canción de los años 80...
Están, ya digo, los que copian a Spielberg, los que hacen lo propio con Lucas, con Carpenter, Ridley Scott, John Hughes, Landis, Donner, etc... Parece un hit parade de VH1, pero es la triste realidad, gente que quiere dirigir, que quiere parecerse a sus ídolos de juventud por una sola razón: no han tenido una idea original en toda su vida. Y ahora, de la mano de este azote de la originalidad que es Netflix, nos ha llegado STRANGER THINGS, que es ya el no va más del copieteo ochentero. Y, comenzando por cómo la idolatría a la literatura de Stephen King alcanza su cota más alta, aquí están insertos sin ningún tipo de rubor ALIEN, E.T., LOS GOONIES, EL CLUB DE LOS CINCO, ENCUENTROS EN LA TERCERA FASE, STAR WARS, LA COSA... y por extensión cualquier otra cosa que recuerden de aquellos "maravillosos" años. La serie, de ocho capítulos que se eternizan incomprensiblemente en repeticiones sistemáticas, contiene un reparto inverosímil, una trama inverosímil y un desarrollo inaguantable, y que sólo coge carrerilla en el último episodio, el único co algo de sentido. Mientras tanto, veremos a Winona Ryder haciendo de madre histérica, a Matthew Modine de malo con pelazo y por supuesto al grupo de chavales de turno, que van en bicicleta y juegan juegos de rol. El gordito, el negro y el... ¿normal?, que juntos van a intentar descubrir qué diablos le ha pasado al cuarto miembro de la banda, desaparecido en extrañas circunstancias. Por el camino se encontrarán a una niña con el pelo corto que no dice ni mú, aunque el mayor de sus temores se encuentra al otro lado de las paredes, en una dimensión desconocida y chunga, donde habitan seres con los que no querrán toparse. Todo eso cabe en esta serie, imposible de entender (y de aguantar) si no se ha sido niño en aquella época en exceso mitificada, y que está dando ya una camada difícil de asimilar. Todo, absolutamente todo, en STRANGER THINGS parece extraído directamente desde un portal interdimensional de esos, incluso la música de Dixon y Stein, cuyas neuronas parecen haberse quedado ancladas en el "Exit", de Tangerine Dream.
No lo sé, sinceramente, a mí no me ha enganchado tanto como pensaba que haría, y los elogios me parecen excesivos para un producto que apenas aprueba con lo justo, pero pueden aprovechar las tardes de asueto vacacional para echarle un vistazo, a lo mejor le encuentran algo que se me haya escapado...
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
4 comentarios:
Concuerdo plenamente (bueno, a mí la historia se me hizo un poco más pasable de ver).
No se pierde de nada, la serie lo único que tiene es todo lo que se ve: un intento descarado de sobarle la espalda a los sedientos del revival ochentero más mainstream. Todo Netflix se basa en ese principio, en dar en el gusto, por eso en twitter le llueven elogios y los medios se suman en masa a ese ya nada disimulado lobby "netflixista". ¡Y esto no es ninguna conspiración, no estoy loco, ja!
Acá, en la ComicCon Chile, la gente llenó y rebasó el recinto sólo para ver a la niña esa, eleven... Yo ya no quiero pensar al respecto.
Saludos.
Yo no lo hubiese explicado mejor...
Completamente de acuerdo. Yo aguanté dos capítulos.
Esto no es un homenaje ni un revival ni yoquésé
Esto es una chorrada como un piano.
Estoy ahora con WESTWORLD. Infinitamente mejor...
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