martes, 6 de junio de 2017
La danza del león
La otra vertiente de películas que estoy viendo con mi hija pertenece a todo lo que tenga que ver con el fascinante mundo de la danza, donde ella está dando sus primeros e ilusionantes pasos. Y un buen documental, que por cierto aún está en cartelera, es DANCER, arrebatado biopic de Sergei Polunin, inclasificable bailarín, rebelde, capaz de la más frágil ternura y la fiereza más desatada y que se retiró con apenas 26 años, cuando estaba considerado, simplemente, el mejor bailarín del mundo. Esta es la historia de Polunin, desde su miserable infancia en un suburbio de una insignificante ciudad ucraniana; es la historia del terrible sacrificio que hizo su familia para poder costear las clases de un niño con un don especial y que no podía dilapidarse, por lo que todos aportaron, e incluso Sergei no pudo ver a su padre durante los seis años que estuvo trabajando en Portugal. Es una historia de superación, sin victimismos, de voluntad, de trabajo y entrega constante, pero también de la toma de conciencia del propio Polunin de la anchura de la vida cuando obtuvo una beca para iniciar una carrera en Londres. El documental, aun con algunos problemas para cohesionar el tono total de la narración, combina una parte biográfica clara con algunos extractos del bailarín ejecutando movimientos imposibles, al tiempo que entramos en la controvertida personalidad de Polunin, que no tiene ningún problema en admitir que no puede salir al escenario si no es bajo los efectos de una potente combinación de fármacos para poder resistir el exhaustivo dolor. Un tipo curioso, un genio, denostado por sus devaneos apócrifos y quizá menos idolatrado de lo que debiera, con una carrera demasiado corta, aunque brillante como una supernova.
Un documental estupendo para disfrutar la danza, los bailarines.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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