martes, 8 de noviembre de 2016
Superhéroes de barrio
El pasado Festival de Valladolid tuvo a bien dedicar un extenso ciclo a la nueva cinematografía chilena, que, efectivamente, de un tiempo a esta parte se ha convertido en una de las más interesantes de Sudamérica. Aquí intentaremos colar cada semana un título de los que se pudieron ver en la Seminci y, en la medida de lo posible, explicar qué extraño sortilegio hace convivir cinematografías tan alejadas de sí como la denuncia social, el drama macabro, la comedia sexual y hasta un interesante apunte sobre el actual boom del cine de superhéroes. Sobre esto versa MIRAGEMAN, una curiosísima producción a la que cuesta bastante tomarse en serio, de no ser que Hollywood ya ha puesto la primera piedra para intentar dar una visión menos solemne y relamida de este género. Todos recordamos KICK-ASS, GUARDIANES DE LA GALAXIA o la reciente DEADPOOL, films en los que el golpe ingenioso de guion y el sentido del humor logran imponerse a los efectos digitales, aunque los tengan. No es el caso de MIRAGEMAN, una modestísima peliculita que celebra el cachiporrazo de los cines de verano, donde la acción se impone a la reflexión y la desvergüenza temática suma puntos y hace el producto más desenfadado y entretenido. Hay poco que contar sobre este hierático enmascarado (Marko Zaror, una especie de Steven Seagal chileno) que lucha en las calles de Santiago contra carteristas, traficantes y hasta una red organizada de pedofilia, y cuyo hermético sentido de la honorabilidad le hará replantearse en más de una ocasión si merece la pena luchar por una sociedad que lo más tibio que le llama es "payaso". Pero no se equivoquen, MIRAGEMAN es una serie B completamente desprejuiciada y que no contiene sendas ocultas como la magistral DIAMOND FLASH, con la que sería absurdo compararla. Pero ¿cine chileno de superhéroes enmascarados?... Aunque sólo fuera por la vacilada, yo la vería...
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
2 comentarios:
Ernesto Díaz Espinoza es básicamente el director que ha hecho "la primera película... chilena": la primera de artes marciales (Kiltro), la de superhéroes, el primer James Bond chileno (Mandrill), el primer exploitation (Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta, que recomiendo un montón, al contrario de las anteriores, más irregulares), el primer poliziesco chileno (Santiago Violenta, que por desgracia aún no he visto) y así...
Me cae bien, se necesita gente como él por acá, pero lo cierto es que lo mejor de todo es la variedad. De paso recomiendo "Malta con huevo", otra peli de desenfadado espíritu serie B.
Saludos chilenos.
Apuntado queda todo. A lo largo de estas semanas se va a poder comprobar lo bueno y variado que es este último cine chileno, que no sólo queda en Patricio Guzmán ni Pablo Larraín, asimismo dos directores absolutamente contrapuestos en el fondo y la forma.
Un saludo.
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