sábado, 2 de mayo de 2015
Fantasmas de carne y hueso
En 1972 (¡treinta años después de su primer largometraje!), Manoel de Oliveira adaptó la novela de Vicente Sanches O PASSADO E O PRESENTE, mordaz y mórbido retrato de la alta burguesía portuguesa, alienada entre ornatos recargados y con una incapacidad preocupante para el sentimiento puro, cuando no el deseo hacia el prójimo, que aquí es descrito como apenas una silueta difusa a la que tratar con protocolo, primero, y el desdén de lo accesorio, luego. Un director mediocre no podría haber expuesto mucho más del folletín vagamente romantizado, pero Oliveira se explaya en su total dominio del ambiente cerrado, plegado sobre sí mismo, y lo transforma en una amarga y metálica historia de fantasmas que, si lo son (y en un momento dado ya no sabemos quién es real y quién no), demuestran un mayor grado de humanidad que los "vivos", que sólo los usan para justificar su propio proceso de deshumanización. Todo esto está perfectamente plasmado en el relato central, alrededor del que se despliega un incesante trasiego de tramas secundarias. Una mujer, en permanente estado de insatisfacción, enviuda de su marido, al que desprecia profundamente, pero sólo para descubrir, una vez que se casa de nuevo, que aún odia más al nuevo marido, así que se refugia en la memoria del difunto, al que empieza a adorar... Si creen que se han perdido, esto no es nada, porque el segundo marido se suicida, desesperado... Y en éstas que aparece el hermano gemelo del primer marido, aunque la gracia está en que la mujer se enamora de él y luego empieza a dudar si el que murió en el accidente no sería realmente el hermano y su marido, el real, se esté haciendo pasar ahora por el hermano... Un lío, señores, pero filmado con elegancia y esmero, aunque, para quien no sea muy cinéfilo, le va a parecer una soberana tostada de dos horas entre palacetes, señores encorbatados y paseos genuinamente de umbría y parasol... Ustedes mismos.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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