jueves, 9 de abril de 2015
El discreto encanto del honor
Tras el reconocimiento obtenido con EL OCASO DEL SAMURÁI (a la que tendremos que referirnos aquí en algún momento), Yôji Yamada amplió su personalísimo discurso acerca de cómo aquel mundo empezó a derrumbarse con KAKUSHI-KEN: ONI NO TSUME, que aquí se tradujo como LA ESPADA OCULTA. Con un estilo lento y reflexivo, nada preciosista y en absoluto efectista, más preocupado de no interferir en los detalles esenciales de la narración que de hacer notar su mano, Yamada presenta a un Samurái que nunca ha matado a nadie ("Sólo desenfundé la Katana para su mantenimiento"), (un contenido y emotivo Masatoshi Nagase), pero que tiene un sentido del honor que cumple a rajatabla y que ve tambalearse a su alrededor, propiciado por la dejadez de los valores y la avaricia de quienes consiguieron todo sin esfuerzo. En un segundo plano (aunque al final resulte crucial), Yamada introduce la historia paralela de un alto cargo Samurái al que han recluido por rebeldía, aunque los motivos siempre son presentados turbios y ambiguos. La historia, en su segunda mitad, recuerda gozosamente al más recurrente Conrad; el recluso logra escapar (en una escena memorable) y al protagonista, justo cuando piensa en abandonarlo todo, se le encarga la tarea de matarlo, pues ha perdido la razón. Es la toma de conciencia definitiva, el Samurái sabe que todo ha acabado, porque debe matar a un hombre únicamente para preservar las razones de la barbarie. El final, completamente influenciado por Ozu, calmado y emocionante, resume en apenas tres frases la derrota, pero también salvación a tiempo, de un espíritu que ya no encajaba en ningún sitio.
Magnífica, como de otro tiempo.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
2 comentarios:
Maravillosa. Obra maestra genial como todas las de la última etapa de este pedazo de director.
De acuerdo contigo.
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