sábado, 19 de marzo de 2011
¡Tap...tap!
En fin, como no me quedé muy a gusto con lo de la bailarina del otro día, hoy me he acordado de una vieja película de la Metro, uno de aquellos musicales fastuosos de los años treinta con argumentos chorricas y mucha melaza y algunos chistecitos. BORN TO DANCE contaba con la entonces megaestrella del género Eleanor Powell, que bailaba, cantaba, se ponía patalones, sombreros de copa y hasta actuaba de vez en cuando. Aquí encarnaba a una aspirante a eso mismo, a estrella, cuyo sueño es copar los escaparates de Broadway. Por el camino conocerá a un patoso marinerito, que no es otro que un pipiolo James Stewart nada menos que en su segunda aparición en pantalla; éste no baila un pimiento, pero su natural simpático y despistado encandila a la Powell, que caerá poco a poco a sus pies. De fondo, un espectacular repertorio de Cole Porter sirve como perfecto engarce a unos números musicales "de los de entonces". Y todo dirigido por el habitual de la Metro Roy del Ruth, un obediente y eficaz artesano entre cuyos méritos está el ser el realizador de la primera versión en cine de THE MALTESE FALCON, diez años antes de la obra maestra de Huston. Eran otros tiempos, el cine se concebía de otra manera y además aquí no había más que miseria; era el año 1936, y hay que ver lo extrañamente dividido que estaba el mundo entonces. BORN TO DANCE era un producto pensado exclusivamente para la evasión; hoy, además del asombro que suscita su trabajo técnico, nos hace pensar acerca de cómo se han ajustado los parámetros de dicho cine de evasión 75 años después. Es un tema que nos daría para muchas líneas; hasta entonces, saludos coreografiados.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
2 comentarios:
La ví hace mucho tiempo, recuerdo a James Steward jovencísimo. Una comedia musical, entretenida y alegre. Muy interesante lo que planteas en tu entrada respecto a la evolución del entretenimento en el cine 75 años después.
Un saludo.
La ví hace mucho tiempo, recuerdo a James Steward jovencísimo. Una comedia musical, entretenida y alegre. Muy interesante lo que planteas en tu entrada respecto a la evolución del entretenimento en el cine 75 años después.
Un saludo.
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