sábado, 30 de enero de 2010

Destino de perro

Antes de nada, me gustaría aclarar que esta reseña está hoy aquí gracias al amigo Inzitan, ya que por su culpa pude salir de la inexplicable inopia que me había mantenido al margen de un film que, desde que tuve noticias de que iba a rodarse, esperaba impaciente. Ya sé que suena raro, pero estas cosas pasan a veces.
DISGRACE es una de las mejores novelas que he tenido oportunidad de leer en mi vida; sentimiento éste que puedo hacer extensivo a más de una persona que llegaron a J.M. Coetzee gracias a ella. Quedaba, por tanto, saber si al premio Nobel sudafricano se le podía hacer justicia en pantalla. La respuesta es: "Pse pse"... Y es que todo en DISGRACE (la película) es pretendidamente onomatopéyico. Lo primero que choca es el insalvable abismo abierto entre la primera parte y el resto. La primera parte muestra al profesor David Lurie (uno de los personajes mejor dibujados de la última literatura del siglo XX, asombrosamente interpretado por John Malkovich, que lo hace suyo por completo) en todo su esplendor, cínico y refinado, "felizmente" expulsado de la universidad donde imparte clases de literatura tras su desatinado affaire con una alumna. En la novela, Coetzee remarca este inicio como fundamental para entender la siguiente deriva; en la película no es más que una anécdota que unos minutos más tarde resulta totalmente irrelevante. Lurie, despojado y libre, viaja hasta la granja de su hija, a la que ha abandonado su novia, para pasar un tiempo y, de paso, recuperar el perdido. Entonces se produce el decisivo y angustioso incidente que ha de cambiar la vida de los personajes, el problema es que Steve Jacobs, director de corto recorrido, parece obviar esto y despoja de toda sustancia lo que es el clímax absoluto de la historia. A partir de ahí, es muy complicado que empaticemos con el complejísimo juego moral propuesto por Coetzee y su correspondiente desmantelamiento formal por parte de Jacobs; y todo hasta llegar a una parte final absolutamente insufrible, vacía de fondo y forma, que da una idea de cómo se puede destruir una obra maestra si previamente no se ha conectado con su auténtica razón de ser, esto es: la inmersión de la razón en la brutalidad, la pérdida progresiva de la dignidad, la liberación (la única posible) a través de la humillación. Y aun así, DISGRACE no es en absoluto una mala película; y es que la incontestable potencia narrativa del texto de Coetzee es capaz de salvar hasta al director más torpe.
Saludos desgraciados.

1 comentario:

Cinemagnificus dijo...

A mi la novela también me pareció impresionante y una de las mejores que he leído en mi vida. Adoro a Coetzee, y otra obra suya que me dejó marcado fue "Vida y época de Michael K.". Quiero ver la peli esta cuanto antes, y la pondré en el blog y te contaré cuando lo haya hecho.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!