jueves, 31 de marzo de 2016
Intemporal
Voy a intentar ser todo lo breve que pueda con CAROL, ya que todo lo que diga no puede más que empañar y ensuciar una obra maestra absoluta, convertida desde ya en clásico contemporáneo y fetiche de degustadores del mejor cine clásico. Y eso que CAROL es combativa desde su elegancia, reivindicativa sin abandonar la búsqueda incesante del plano perfecto. Ética y estética como hacía mucho tiempo, muchas películas, que no se veía. Todd Haynes ha filmado la novela de Patricia Highsmith con el respeto y la meticulosidad que exigía la imposible filigrana para narrar un amor que de puro es imposible... o no, porque ahí radica gran parte de la fuerza de este maravilloso film, en zarandearnos en nuestras más profundas convicciones, en desnudar nuestra artificiosa visión de las relaciones humanas, hasta que sólo queda lo que tiene que quedar, una mujer amando a otra, la otra amándola a ella, arrinconadas por la sociedad y obligadas a huir y claudicar a la belleza desde el hartazgo. Es esa belleza, la de las pasiones verdaderas, tan efímeras que acaban antes de empezar siquiera, y la convicción de Haynes se mantiene firme a lo largo de un metraje que fluye con la agilidad de las obras bien escritas. Su tenebrosa, hermosa, inclasificable, operística fotografía (sublime Edward Lachman) nos conmina a mirar siempre "a través", asistir a la cercana intimidad de dos personas que se aman, sabiendo que no hay nada más humano que eso, y que por tanto todo lo que cala fuera de las ventanas y ventanillas no es más que incomprensión, rechazo y deshumanización. U homogeneización, porque de lo que también habla CAROL es de saltarse la norma, ser diferente, enarbolar el fuck you! de quien no se resigna a chapotear en la red, y estas dos mujeres, que no pueden ser más diferentes ni estar más lejos la una de la otra saben que se conocen desde siempre tras una fugaz mirada, y que sus vidas ya no son las mismas, que no les pertenecen.
Todo eso es CAROL, posiblemente la película más importante rodada este curso y que por eso no me extraña que haya sido ninguneada en los oscar. Ahora bien, que no le den el premio a Cate Blanchett tras esta lección catedralicia de modulación del gesto y exteriorización del pensamiento... Sencillamente no lo entiendo...
En fin, una obra maestra absoluta para algunos y una gilipollez sobre dos bolleras inconscientes para otros. Para mí, un milagro.
Saludos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
5 comentarios:
La encuentro ñoña, como todo el cine de Todd Haynes, con biutiful moments. Parece que me quedo entre unos y otros. Ellas dos están muy bien. Pero la realización de Haynes y sus bandas sonoras siempre me huelen a telefilme. Congratúlese de compartir entusiasmo con Boyero.
A mí sin embargo me parece una película salvaje, feroz, sin amarras; se nota la vulnerabilidad en cada frase... No sé, es que a mí Sirk me gusta demasiado, como a Boyero... Pero yo soy más educado que él, claro...
Ya, pero es que la fotografía de Russell Metty es irrepetible.
Ser el responsable de las imágenes de ESPARTACO o SED DE MAL es algo al alcance de muy pocas personas en este planeta...
Indéfilo,
te dejo enlace de la reseña que le dediqué en su día en el blog comunitario en el que participo junto a otras compañeras "zinéfilas":
http://zinefilaz.blogspot.com.es/2016/01/carol.html
un saludo:)
Publicar un comentario