viernes, 3 de octubre de 2014

Las tres fases lunares



Una de las películas más atípicas de la extensa filmografía de John Ford es THE RISING OF THE MOON, formada por tres relatos independientes y rodada y producida enteramente en Irlanda. Y es que éste es probablemente uno de los mejores retratos acerca de la particular idiosincrasia del pueblo irlandés, y a Ford apenas le bastan tres rápidos ramalazos, cuya urgencia en ningún caso le restan importancia y empaque. Conducidos por el actor de origen irlandés Tyrone Power, es cierto que el humor socarrón y la minuciosa mirada humana son la nota predominante de estos tres relatos cortos, que aun así son perfectamente independientes entre sí.
El primero, "The majesty of the law", escrito por Frank O'Connor, comienza con un equívoco, puesto que el precipitado paseo de un inspector de policía va a llevarle, efectivamente, a enfrentarle con un vecino suyo que ha cometido un delito, concretamente pegarle a otro vecino por llamarle mentiroso al denunciar éste que la destilación de su whisky es pésima. Amistosamente, todo se resolvería con una multa de cinco libras, e incluso el propio agredido se ofrece para sufragar el gasto... Sin embargo, el orgullo irlandés impedirá que la solución pase por un agravio al honor...
El segundo es una absoluta maravilla de guion y montaje. "A minute's wait" podría haber sido perfectamente un film de Buster Keaton, y es una locura en tanto que da cuenta del "particular" sentido del tiempo, y su transcurrir, del pueblo irlandés. Lo que empieza como un simple minuto de retraso en la salida de un tren, acabará como el rosario de la aurora, al tiempo que una pléyade de personajes se mezclan sin compasión, conformando un maravilloso caos, indemne gracias a la fina cámara de Ford, que no omite ni un solo detalle. Divertidísimo.
Y aunque el último relato, titulado igual que el conjunto, comience trazando el drama de los últimos momentos de espera de un "patriota" irlandés (terrorista, quizá) antes de su ejecución, el desenlace no puede ser más sorpresivo y, sí, genuinamente "fordiano". Un broche inesperado para una película inesperada, una especie de gran capricho que Ford se quiso dar justo en el momento en el que la crítica más reaccionaria le achacaba un cierto "relajo" en su mensaje, y los guardianes de la democracia, tan avispados ellos, apuntaban a su faceta conservadora. El maestro, como siempre hizo, a lo suyo: hacer cine. Contar historias.
Saludos.

2 comentarios:

David dijo...

Bonita reseña. A mí también me gusta esta película ;-)

dvd dijo...

Pues gracias, por la parte que me toca...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!