martes, 11 de agosto de 2015
El loco soy yo #1
Mad Max, el salvaje de la autopista, el patrullero loco, ha vuelto, está de actualidad, creo que para quedarse durante otros treinta años en nuestro imaginario cinéfilo... Y yo que me alegro, porque me encanta, siempre me ha encantado.
Yo sostengo varias teorías acerca del funcionamiento interno de este personaje/franquicia/microverso, pero la que más me suele motivar es la que viene a decir que, totalmente a la contra de lo que suele suceder en el cine de acción yanqui (vertiente comercial), lo de menos aquí es el protagonista, un tipo hierático, seco, repleto de debilidades y que apenas se mueve por un par de ideas fijas y no siempre comprensibles para el público, acostumbrado a tenerlo todo bien mascadito. Aquí todo es sugerido y ambiguo, y no siempre se sabe quién es el malo y quién el bueno, porque todos comparten un fin común: la carrera por la supervivencia.
Todo comenzó en 1979, con un presupuesto de broma, un chaval que venía apuntando maneras como dudoso galán sin mucho glamour, un director hiperactivo de ideas y entusiasmo, y un montón de gasolina derramada sobre las carreteras australianas, interminables y desoladas, un paisaje siempre al borde del crepúsculo, augurando el desastre total... aunque eso vendrá un poco más tarde. MAD MAX inauguró, casi sin proponérselo, todo un señor exploitation: el postapocalíptico. Una mezcla de western desaforado, cambiando caballos por V8-Interceptors, y un derrumbe de los valores morales que devenía en unas imágenes tan depuradas como cargadas de sadismo ¿A quién le importaba lo que estaba pasando? Lo que prima en este compendio de veleidades motorísticas es recuperar el sabor de una diligencia asediada por los indios o un tren acosado por los ladrones a caballo. MAD MAX (y prácticamente todo lo que vino después) era un guion básico y reduccionista, pero que sabía tocar la tecla adecuada para ofrecer un espectáculo entretenido e impactante, y que con las siguientes entregas siguió incrementando el volumen del Rock'n'Roll. Como un concierto de AC/DC... Como el primer número de Metal Hurlant... Como un aviso de que nunca estivimos a salvo... y nunca lo estaremos. El comienzo de una leyenda, y las leyendas se imprimen a sangre y fuego...
Un clásico.
Saludos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
2 comentarios:
¿Toda la saga Mad Max de un tirón? Ése sí que es un genial panorama, de vez en cuando me dan ganas de dejarme llevar por la locura también. Pura actitud, qué duda cabe, y de qué manera desplegada. De esta primera entrega siempre me ha impresionado su atmósfera nihilista, pero así se empieza el caos y la depravación, ¿no?
Pues aquí empezó todo...
Publicar un comentario