sábado, 2 de agosto de 2008

El martillazo suave

Y como esto va de cine... ¿cómo nos íbamos a saltar a Chaplin?
Todo Chaplin es impresionante. TODO.
Aquel ingenuo vagabundo, sin oficio ni beneficio, cual bolo equilibrista disfrazado de pingüino es una de las imágenes imborrables que el cine ha legado a la historia. El slapstick en su máxima expresión, las persecuciones masivas que tanto se han copiado posteriormente, aquellos efectos caseros pero descacharrantes. Toda una visión universal del ser humano a través del particular filtro de un intelectual que no quería parecerlo; no como Andy Kaufman, que lo parecía pero no lo era. No hay color.
Y también hubo otro Chaplin, un poquito más alejado de su Charlot, más ácido, más irónico, más afilado, más desencantado de lo que, por aquel entonces, se cocía en todo el mundo.
Astolfo Hynkel, dictador de Tomania. Más claro imposible.
THE GREAT DICTATOR es belleza y podredumbre; risa y llanto; política y lírica; denuncia y entretenimiento. Porque Charles Chaplin era, ante todo, un artista entregado a su público. A él se debía siempre, sin ambages.
Es ésta una obra tan manoseada, tan analizada y elogiada, que ponernos a enumerar sus virtudes (incontables) o esas escenas antológicas sería volver otra vez sobre nuestros pasos. En vez de ello, me gustaría resaltar el tratamiento de desgarro mediante la comicidad implícita incluso en las peores situaciones. Porque a Hitler se le ha retratado de muchas maneras: Propagandísticamente (L. Riefenstahl); accidentalmente, pasaba por allí (Spielberg); hagiográficamente (Sokurov) e incluso detalladamente (creo que Bruno Ganz dejó de ser él mismo durante el rodaje de DER UNTERGANG). Sin embargo, Chaplin no necesita mirar a los ojos a aquel monstruo (recordemos que entonces, 1940, estaba vivito y coleando), sino hacer que la figura, en principio gigantesca, vaya empequeñeciéndose hasta quedar como un ridículo títere manejado por múltiples intereses.
Ahí es donde yo veo el mayor logro del film, en negar el endiosamiento de según qué personajes incluso aunque éstos fueran tratados como malvados. En eso, Chaplin fue un maestro.
No hay que dejarse llevar por el momento en que fue rodada, pues son legión (desgraciadamente) los payasos megalómanos que campan por el mundo, y también a ellos habría que aplicarles esta infalible fórmula ridiculizante, reveladora.
Es un crimen contra la humanidad no verla. Saludos.

2 comentarios:

atikus dijo...

Absolutamente sublime este Chaplin dictador de Tomania, si que es obligatorio ver esta peli, bueno, es que tiene un porron de pelis que recomendaría como necesarias, desde muchas de las historietas del clásico vagabundo hasta las mas típicas; "Tiempos modernos" o "El Chico"...bueno que si no me corto, no paro!!

un genio.

Saludos

Capri c'est fini dijo...

A mi me la pusieron en el colegio, porque es fundamental, creo yo. Es el culmen del cine de parodia con carga de profundidad. Lo más curioso es que fuese estrenada antes de la II Guerra Mundial cuando todavía Hitler era una amenaza potencial. Chaplin era un genio, y en esta película lo demuestra más que nunca. Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!