viernes, 19 de septiembre de 2025

De paseo por las ruinas


 

Hay mucho del mejor Ken Loach en POOR COW, su primer largometraje, lo que indica a las claras toda su extensa deriva posterior, sus obsesiones éticas y estéticas, el naturalismo observacional, buscando el protagonismo en esas esquinas poco iluminadas por el cine comercial, donde habitan "sus personas", seres en su agotador día a día, luchando por sacar la cabeza en un mundo hostil, deprimente y a veces terrorífico. Lo que para algunos es la normalidad, y que en la extraordinaria interpretación de Carol White supone el componente de una mujer demasiado joven pegada a su pequeño hijo desde la impactante escena de apertura, pero cuya adorable ingenuidad la lleva a no perder jamás esa "sonrisa de ojos tristes", mientras intenta buscarse la vida tras el ingreso del padre, un ladrón de poca monta, en prisión. Joy (un nombre nada casual) roza la felicidad junto a Dave (un magnífico pero breve Terence Stamp), hasta que éste es también sentenciado a doce años. A partir de ahí, Joy ha de ser simpática como camarera, sexy en una repugnante sesión de fotos y complaciente cuando no le queda otra que abrirle la puerta a algún hombre que otro, porque su pequeño tiene que comer y las facturas no se pagan solas. Lo que nadie sabe es que quizás Joy sólo quiere ser feliz, y por ello entabla conversaciones con facilidad y nunca pierde la esperanza de tener una vida, ni más ni menos. Casi sesenta años han pasado desde que Loach adaptara el polémico libro de Nell Dunn, un insólito manifiesto feminista observado desde los márgenes, como aceptando la oscura invisibilidad a la que las mujeres son sometidas sistemáticamente, pero dispuesto a vislumbrar una nimia rendija de esperanza, lúcidamente expuesta en su desenlace, puede que explícitamente deudor de Antonioni en su fuerza simbólica, pero que adelantaba a uno de los cineastas clave del cine europeo del siguiente medio siglo.
Saludos.

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