miércoles, 16 de julio de 2025

The little bang theory


 

Como un tiro. Gary Cooper y los chicos, ratas de biblioteca que llevan tres años puliéndose la herencia de una rica solterona, porque se le mojan los pololos cuando Cooper le explica el uso de los adverbios. Como tienen que apurarse para que no parezca que están viviendo con la excusa de escribir "La Enciclopedia", deciden iniciar una investigación que les ponga al tanto de los términos, usos y costumbres que acontecen allende sus polvorientos libros. Cooper da con sus irresistibles huesos a un tugurio, donde Barbara Stanwyck le enseña el boogie y otras cosas que incluyen lentejuelas y contoneos. El problema es que ella es la prometida de un gangster pendiente de juicio, aunque sólo la quiere para que, como mujer suya, no testifique en contra. Aprovecando la coyuntura, todos creen que la Stanwyck tiene el escondite perfecto en la casa de los "siete sabios", lo que inicia un desmadre que tampoco venía en los libros. Y así, fíjate tú, Billy Wilder y Charles Brackett construyen una de las mejores comedias de todos los tiempos; no sólo porque la dirección de Hawks es de enseñar en las escuelas de cine, o porque tenga una de las dos o tres puestas en escena más perfectas que yo haya visto, sino porque BALL OF FIRE es lo que yo llamo "un arrebato", que ocurre rara vez y sólo cuando la noción de ficción se diluye ante una ficción que constituye una realidad por sí misma. Mucho más que un truco de ilusionista, está en esas escenas en las que los protagonistas se sinceran y sólo nosotros nos damos cuenta, o en la celebración de que, por una vez, los malos queden además como idiotas. Pero sobre todo porque llega el final y te sorprendes diciendo "¿Ya?"... Y notas un pellizquito en tu corazón de celuloide...
Obra maestra absoluta.
Saludos.

martes, 15 de julio de 2025

El régimen cristalizado


 

Afirmaba Popper que el conocimiento científico no funciona aceptando nuevas leyes, sino descartando las que no entran en la experiencia. Se llama "teoría de la falsación", y podría servir para explicar la extrañísima estructura de una película como THE SEED OF THE SACRED FIG, que en sus exhaustivas casi tres horas es capaz de proponer un dilema filosófico-social en torno a los abusos de poder de la teocracia iraní, una intriga pseudopolicíaca de tintes casi surrealistas, y culminando en un tramo final (y quizá no me crean) prácticamente calcado al de EL RESPLANDOR... La de Kubrick, sí. Hay que armarse de paciencia, estar atento a los detalles de un guion un pelín sobreexplicado y, como decía el filósofo alemán, no tener miedo a deshojar el motivo principal de las muchas capas, en su mayoría accesorias. El corazón de este drama, valiente y desinhibido, radica en la denuncia frontal de la insoportable opresión sufrida por las mujeres en Irán, que explotó en una demostración de coraje en las calles, que hizo tambalear a todo un sistema basado en la prohibición de los derechos más elementales. Aquí todo parte desde un hogar más o menos idílico, donde el padre intenta acceder a un privilegiado puesto de juez, hasta que un suceso fortuito pone en entredicho este equilibrio, sembrando la desconfianza de éste hacia su devota mujer y sus dos hijas, sobre las que lanza una amenaza, que lejos de impartir justicia sólo hace "desnudar" una cotidianidad basada en las mentiras que el estado implanta en todos sus servidores. Es posible que Rasoulof no sepa manejar cada recoveco de un film tan extenso, y el conjunto es irregular, con una excelente primera mitad, que luego no parece saber muy bien hacia dónde ir; como si estuviésemos ante dos películas muy distintas, tanto en intenciones como en ejecución. No es el texto más rotundo y poderoso que encontraremos sobre este tema, pero merece la pena sobre todo para espectadores con conciencia social.
Saludos.

lunes, 14 de julio de 2025

La balada de Arróniz y Grimaldo


 

Que porque llegaron personajes ajenos, hideputas embutidos en oscuridad infiel, y a violar a nuestras hijas, arrasar nuestros campos, cagarse en nuestras costumbres. Se abre la puerta a los caballeros que han de librarnos destas acechanzas, y a la santísima Señora del Rosario nos encomendamos para solventar este ingrato trance que amenaza la virtud de nuestras personas de bien. Contra los demonios, dios nos guarde.
Imagino a los pecholatas de siempre, alérgicos al análisis, portando la cruz en llamas por las calles de Torre Pacheco. Deberíamos despertar, porque no importa esto, aquello o lo de más allá; la geoestrategia políica está echada, al no dar los números, tan tozudos, de la democracia. Cualquier cosa valdrá, hoy y mañana y pasado; en Murcia, Valladolid o Tenerife, las bombas de odio ya están esparcidas, y eso nos convierte en un país que abraza el odio, que es la misma vergüenza de otros tiempos, que ya sabemos cuáles fueron, y que fueron muchos. A mí este país me da ganas de vomitar, y no me reconozco en ese odio asesino, irracional, de pezuña quemada.
Mathieu Kassovitz lo describió certeramente en esa maravilla intemporal, que nos sirve para ilustrar cada maldita década desde hace tres, que es LA HAINE. Una película que no se detiene, a todo tren, en esa caída libre narrada en la apertura "mientras todo va bien". Que se atreve a decirnos que un negro, un árabe y un judío pueden formar una improbable alianza, alimentada más que nada por esa cotidianidad repleta de detenciones, agresiones, amenazas; un día a día contenido en un solo día, en el que el azar, o el deseo de escapar, les lleva a Oz, que es París, donde los policías son amables y no les pegan, donde les ofrecen champagne gratis en una galería de arte, pero donde sus modos no son aceptados ("son sus costumbres"), porque al fin y al cabo no son más que escoria, un cuerpo extraño trasplantado quién sabe cómo desde el sumidero hasta el jardín que, sin embargo, necesita de ese "abono" para florecer. Película brutal, pero también divertida, con una sofisticación formal impropia de un tipo de apenas 27 años, y que luego no ha vuelto a alcanzar estos niveles de excelencia. LA HAINE habla de gente apuntándose con armas, pegándose, gritándose mucho, perdiendo sus últimos retazos de humanidad, mientras los pacientes "tejedores de conciencia" esperan para repartirse los pedazos de lo que quede. "Dejad que se maten, como siempre han hecho", parecen decir entre dientes, mientras se limpian el culo con un papel donde dice "democracia".
Si creemos que alguien tiene razón en esta vergüenza que estamos viviendo, yo dimito de todo lo que ni siquiera me corresponda...
Saludos.

domingo, 13 de julio de 2025

Rincón del freak #656: Volveremos por las risas


 

Tenía muy desubicado a Mel Gibson en labores de dirección últimamente, todos imaginamos por qué, pero no que regresaría con una película tan inesperada como FLIGHT RISK, uno de esos divertimentos de serie B desprejuiciada, que me gustaría encontrarme en un pase sobre las cuatro de la tarde, y en la que Gibson destierra la gravedad de algunos de sus mejores trabajos, en favor de un thriller de alta tensión y comicidad estrambótica, con el espacio único de una avioneta y sólo tres personajes. Una agente (estupenda Michelle Dockery) ha de escoltar a un testigo (Topher Grace, más insoportable que nunca), desde Alaska hasta Nueva York, acusado de manejar las finanzas de un poderoso mafioso. Sin embargo, nadie es quien parece ser, y se inicia un laberinto de apariencias entre la agente, el testigo y el propio piloto (Mark Wahlberg, tan feroz como autoparódico). Cierto, la película tiene las mismas pretensiones que cualquier telefilm barato, pero en su favor tiene una duración de hora y media (que podría haber sido hasta menos), una trama que elude cualquier tentación sabihondilla y te sirve como entretenimiento estival si no se quiere pensar casi nada. Vamos, que Gibson se lo ha tenido que pasar jodidamente bien rodándola; así no suelta ningún exabrupto y se oxigena de cara a la que realmente nos interesa. Ustedes saben...
Saludos.

sábado, 12 de julio de 2025

La virgen del último verano


 

Con apenas 27 años, Emir Kusturica debutó en el largo con DO YOU REMEMBER DOLLY BELL?, compendio de obsesiones juveniles en la rigidez de la Yugolasvia de finales de los sesenta, donde la pobreza extrema de quienes sólo podían permitirse una triste chabola en los suburbios, se mezclaba con las ensoñaciones que llegaban desde películas clandestinas con velados desnudos femeninos y canciones italianas, con las que soñar con formar un "conjunto". Dino, el protagonista, demasiado sensible para un entorno sin reglas, calla, observa, obedece a su padre enfermo y está convencido de grabar un disco que le catapultará hacia la gran ciudad. Lo que ocurre en realidad es que Dino despierta, paradójicamente, ingresando en otra ensoñación, cuando se ofrece a ocultar a una joven prostituta que se hace llamar Dolly Bell, que huye del violento proxeneta local. Con un estilo depuradísimo, de enorme imaginación visual para un cineasta tan joven, Kusturica prácticamente marida los estilos (contrapuestos), por ejemplo, del Béla Tarr más sobrio y el Fellini más sensual, remitiéndonos a LA CONDENA o AMARCORD, en un relato comprensiblemente irregular, pero que descubría a un creador de imágenes deslumbrantes, con un sentido dinámico tan complicado de encontrar en el anquilosado cine actual, tan necesitado de renovadores como este director, cuya inspiración pareció evaporarse con la llegada del nuevo milenio.
Saludos.

viernes, 11 de julio de 2025

Distintas lecturas, mismas víctimas


 

Encomiable, de generoso esfuerzo, mirada lúcida, valiente, necesaria. Sorprende que tenga que venir una venerable veterana como Anieszka Holland a abrir la herida de la inmigración en una Europa cada vez más deshumanizada, hurgar en ella, exponer la infección, que repugne a este milenio que, lejos de erradicar la barbarie, la enmascara con festivales de música y políticas medievales. Hasta ahí el valor (no es poco) de esta película por momentos estremecedora, casi insoportable por su crudeza formal, pero a la que le puede el ímpetu desarrollado en su primera mitad (de un total de dos horas y media), descompensando su potente mensaje. GREEN BORDER habla de una cosa exponiendo aquello de lo que no se habla, en un punch directo que se va convirtiendo en una denuncia un poquito ingenua y finalizar en una coda deliberadamente acusadora. En un blanco y negro de infinitos matices, Holland comienza, sin ahorrarse referencias explícitas, registrando el infierno en el que cae una familia siria, que supuestamente viaja a Suecia, pero se ve atrapada en una "tierra de nadie", comprendida en la frontera entre Bielorrusia y Polonia, donde la política autoritaria de Lukashenko, sumada a la dejadez de los militares polacos, convierten a todos estos migrantes en un incesante pinball humano, con la intención de ir arrebatándoles todas sus posesiones en interminables idas y venidas por esta "frontera verde". Seguidamente, la historia deriva hasta una mujer polaca, psicóloga de profesión, que vive en una apartada casa junto a la frontera, y que se convierte en activista tras un traumático (muy traumático) encuentro, que la lleva hasta un grupo radical que ayuda a quienes nadie ayuda. Es esta ruptura de foco la que lastra ligeramente a un film, por otra parte, magnífico, imprescindible para airear los cuartos de una Europa mohosa y con olor a rancio. La parte final, como decía, es la de la derrota, pero también la de la esperanza, aunque sea en ínfimas dosis. De nuevo sin medias tintas, vemos, tras el horror inhumano, otras migraciones, extrañamente más amables. Como dicen algunos bots fascistas: busquen las diferencias, sólo ucranianos blancos y rubicundos... Tssss...
Saludos.

jueves, 10 de julio de 2025

Bajo depresión


 

La idea de partida de THE WOMAN IN THE YARD es rotundamente visual, y funciona. La poderosa imagen de una misteriosa mujer, cubierta por un imponente velo negro y sentada en una silla, que aparece de buenas a primeras frente a una apartada granja, donde vive una mujer y sus dos hijos. El padre ha fallecido recientemente en un accidente de tráfico (glups!), en el que ella ha quedado con una importante lesión en la pierna, aunque lo más difícil es sobrellevar el día a día ante la pérdida ¿Quién es esa mujer? ¿Qué quiere al sentarse ahí enfrente y en silencio? Una vez terminada la película, no hay una sola pista que justifique un preámbulo de al menos una hora, en una película que no llega a la hora y media. Personajes planos, casi caricaturescos, con motivaciones y reacciones que van de lo desmesurado a lo desarticulado, desconozco si por un guion escrito horriblemente o por la holgazanería que inunda esta tontería que se va desinflando a medida que quiere explicar cosas, quizá porque no hay mucho que explicar. Finalmente, la inevitable metáfora sobre la que se sustenta la historia, es exactamente como el 99.9% se imaginó a los diez minutos, ni más ni menos.
No tiene fecha de estreno en España... y puede que no sea del todo malo.
Saludos.

miércoles, 9 de julio de 2025

Aterrizados


 

A menudo se considera ONLY ANGELS HAVE WINGS como un compendio de todas las obsesiones del cine de Howard Hawks. Una especie de tablero perfecto por el que se deslizan piezas imperfectas, quebradas pero fuertes, constantemente puestas a prueba su integridad y eso que ahora se llama resiliencia. Organizada en torno a una excéntrica base aérea, dedicada al transporte en el entorno extremo de los Andes, la película no da un respiro desde la llegada de la resuelta Bonnie (Jane Arthur), que no encuentra el paraíso que esperaba, pero sí al jefe de la estación, Geoff Carter (Cary Grant), motivo más que suficiente para que el viaje sea sólo de ida. Maravilloso ejemplo de cómo conciliar varios géneros, sin que ninguno llegue a predominar, Hawks concreta aquí una de sus mejores puestas en escena, saltando de la comedia al relato de aventuras, el romance apasionado o algunas perlas musicales, además de ser una de las primeras apariciones en pantalla de Rita Hayworth. Personalmente, siempre me ha parecido una de esas maravillas imperfectas, magnífica como ejemplo de las contradicciones del alma humana cuando es sometida a vaivenes que no puede controlar. Le faltaría una décima para ser una obra maestra absoluta, pero como me lo paso de puta madre cada vez que la veo... ¿a quién coño le importa?...
Saludos.

martes, 8 de julio de 2025

La novia vestía de rojo y 2


 

Ponerme con KILL BILL: VOLUME 2 me lleva a dos o tres cosas nada más, susceptibles de ampliación, pero semejando unos brillantes apéndices del film único que podría haber sido. Primero, es una película mucho más dialogada que su predecesora, más atenta a los recodos de unos personajes que se despojan de su lastre como comparsas, adquiriendo un sentido fundamental en la esforzada alegoría que compone sutilmente su protagonista, de un feminismo a martillazos, pero que no deja nada a la interpretación. Haciendo un brillante uso de la fragmentación, Tarantino, más que desordenar los episodios los ordena según la intensidad requerida, aunque su ansiado desenlace culmine en sordina, pero con algunos de los mejores diálogos escritos por su autor. Esta revisitación me ha permitido reencontrar otra joya, el breve monólogo de un sublime Michael Parks, que merece la pena incluso por sí solo. O, evidentemente, el personaje interpretado por Michael Madsen, recientemente desaparecido, y que pasa por ser, junto a quizá Samuel L. Jackson, el actor tarantiniano por excelencia. Madsen era unos de esos secundarios de gran carácter y presencia, cuya mirada desvalida podía esconder a un tipo mortífero pero un poco de vuelta de todo. Quedará en nuestra memoria como aquel tipo que bailaba mientras cercenaba una oreja, o este otro, que llegó a convencer al mismísimo Bill de que había vendido su invaluable katana de Hattori Hanzo "por un puñado de dólares"...
Saludos.

lunes, 7 de julio de 2025

La novia vestía de rojo 1


 

Era lógico, entonces, lanzarse sin excusas al espectacular díptico con el que Tarantino colmaba una espera que se había hecho larga hasta 2003, lo que asumía el riesgo de "no parecer" la película que su autor "debería hacer", injusta coletilla para un renovador tan devoto como dedicado. A mí me pasó, KILL BILL: VOLUME 1 parecía el homenaje que alguien habría hecho a una forma de entender el cine, no "una forma de cine en sí"; una película extrañísima, con momentos geniales y otros sonrojantes, o lo más cerca que Tarantino ha estado del videoclip, porque su estilo sublima el videoclip, convirtiéndolo en una experiencia total, inmersiva, donde imagen y sonido son inseparables. Pero hablando de la película en sí, más de veinte años después, le sigo achacando su fachada de pajote satisfecho, de gozadera megakitsch sin complejos, porque el exceso es delirantemente excesivo, mientras que los momentos de escritura de guion no aportan gran cosa a una historia, por otra parte, muy sencilla de construir, incluso con los habituales saltos temporales, bastante peor ejecutados. Es, más que nada, un regalo invaluable a Uma Thurman, una gamberrada sofisticadamente autoconsciente de su misión evangelizadora, y también un desafío para ciertas tendencias hiperrealistas. Donde otros veían pesarosa gravedad, Tarantino aportaba todo el exceso proveniente del giallo, el spaguetti western y el cine de artes marciales. El podía, por eso, después de tantos años, me ha parecido hasta un pelín mejor que entonces. Aunque ahora que me acuerdo, esto venía a cuento del homenaje a uno de esos secundarios al que también sólo Tarantino podía capturarle su mejor versión. Les emplazo mañana por tanto...
Saludos.

domingo, 6 de julio de 2025

Rincón del freak #655: Vivir, comer, dormir, contentar a los dioses...


 

De verdad que lees la sinopsis de CONQUEST y se te pone como columna de templo babilonio ¿Arqueros mágicos? ¿Hechiceras vestidas con una máscara nada más? ¿Hombres lobo? ¿Zombis? ¿Delfines aliados del héroe? ¿Nunchakus hechos de hueso? ¿Hombres-roca? ¿Hombres-topo? ¿Hombres... lo que sea? ¿Toplesses gratuitos? ¿Claudio Simonetti como un niño chico con su sintetizador nuevo? ¿Lucio Fulci rescatando escenas calcadas de aquella ZOMBIE 2 y la de EL MÁS ALLÁ? Irresistible todo. Luego ves a Jorge Rivero con peluca que se mueve y apurado Gillette y se te pasa. Andrea Occhipinti con pinta de lateral izquierdo del Brescia, y recuerdas en qué liga juegas. Violeta Cela en pelotas, pero sin que se le vea la cara, y entonces ya no cabe duda: entonces te la colaron en el videoclub, y más de cuarenta años después te rascas la cabeza pensando en esa portadaca, el anzuelo menos dañino. Recordad, niños: yo tenía vuestra edad en los ochenta, y limpio de Prozac...
Saludos.

sábado, 5 de julio de 2025

¡Buenos días, Capitán!


 

Muy interesante la serie en Max titulada Music Box, donde, en clave documental, se da cuenta de algunos rincones poco iluminados de la música contemporánea. Películas de hora y media, en la que el protagonismo recae enteramente en sus protagonistas, sin inventar nada nuevo pero dejando entrever el cariño subyacente, derivando en sorprendentes resultados. Yo algo había oído acerca de un género que, sinceramente, ni siquiera me parece tal, sino un extravagante pegamento según el cual comprender a una serie de artistas que, a finales de los años setenta y sin pretenderlo, marcaron la deriva de generaciones posteriores, influyendo decisivamente en una forma de desmarcarse con elegancia del mainstream, o haciendo de puente improvisado entre el fin de los músicos de sesión como protagonistas absolutos y el inicio de la era MTV. Así, YACHT ROCK: A DOCKUMENTARY nos cuenta cómo un grupo de músicos blancos de jazz de la West Coast comenzaron a encontrar un espacio hacia un pop cálido, sofisticado, y que copó las listas de ventas durante al menos un lustro. Ilustres nombres nos guían a través de este viaje cargado de nostalgia, anécdotas y caras de extrañeza al descubrir que esa canción que tanto te gustaba tenía un sample de Michael McDonald, Toto, Kenny Loggins o Christopher Cross. Fueron muchos más, multiplicados por esa irresistible combinación de sonidos; músicos de altura, quizá no con la imagen más rompedora, pero capaces de elevar el pop de consumo inmediato hasta un nivel verdaderamente majestuoso. Y más allá de las bromas (aquel bizarro programa pre YouTube que usaba la sátira como himenaje), la exageración de las estrambóticas tribute-bands o la rendida admiración de músicos que por entonces ni siquiera habían nacido, ese nombre a regañadientes, pero que todo lo cubre ¿Era Steely Dan el padrino involuntario del Yacht Rock?... Yo no le preguntaría a Donald Fagen, por si acaso...
Saludos.

viernes, 4 de julio de 2025

La película maldita


 

Porque catorce años llevaba queriendo ver PATER, el insólito e inclasificable experimento/ensayo/desafío formal, con el que Alain Cavalier pasmó al jurado de Cannes junto a su gran amigo Vincent Lindon. Imposible saber si ambos hacen de ellos mismos, mientras interpretan un papel (nada menos que el Presidente y el Primer Ministro de la República), o por el contrario están representando una farsa con la que satirizar el absurdo de las relaciones de poder, precisamente desde la equivalencia de dos hombres ante una cámara, sin ser los habituales director y actor. Rodada en la casa del propio Cavalier, en digital y cámara en mano, resulta fascinante esa entropía generada alrededor de los gestos cotidianos (comer, vestirse, charlar), que desmontan el lenguaje cinematográfico, pero sin caer en el documental, en un trasiego indetectable desde la confesión impúdica al dardo envenenado a las instituciones. Ahora que el periodismo ha cavado su propia tumba por su cobardía, sectarismo y servilismo, Cavalier (próximo a cumplir 94 años) y Lindon, lo delatan sin levantar la voz, mientras comparten una copa de vino o prueban un poco de pato con trufas... Podríamos seguir, porque es la vida y nada más...
Saludos.

jueves, 3 de julio de 2025

Ay de los bienintencionados


 

Me sabe mal no ensalzar más una película como MALDOROR, que en Sitges dejó igualmente dividido a un público que se debatía entre la incuestionable calidad del film y la urgente necesidad de una sabia tijera en su montaje, que extendía su metraje hasta unas dos horas y medias no tan excesivas como mal repartidas. Fabrice Du Welz, cineasta tendente a recrear lo escabroso sin medias tintas, se sumerge aquí en uno de los casos más terribles acaecidos en Bélgica en los años noventa, cuando una red de pederastia, que incluía a políticos, magistrados y policías, estuvo campando a sus anchas precisamente por una incomprensible política policial, que diluía las competencias en burocracias sin sentido. Du Welz lo dramatiza con su estilo, a la vez conciso y barroco, a la búsqueda de un "gran policial" de altos vuelos, un relato total que no sólo expone una trama repleta de personajes miserables, sino que actúa por y mediante la mirada de su protagonista, un joven policía que se resiste a formar parte de un sistema que literalmente parece mirar al lado más cómodo, con tal de no mancharse. Aquí todo está manchado, corrupto, atravesado por una miseria moral que casi puede tocarse, y en la que el idealista Paul inicia un descenso a los infiernos nunca súbita, sino penosa, como caminar en arenas movedizas. 
La recomiendo pese a todo, a su extraño discurrir, que por momentos es detallista sólo para dejar esos detalles suspendidos; y pese a que Welz no consigue encontrar un tono exacto, divagando entre el thriller ponzoñoso y un relato de terror anclado en lo cotidiano. La distribución, ya se sabe, tampoco le ha hecho justicia, pero ya contábamos con eso.
Saludos.

miércoles, 2 de julio de 2025

Equilátero


 

No deja de resultarme curioso, tras ver THE ROAD TO GLORY, la equivalencia, casi milimétrica, entre la película que comentamos la semana pasada y ésta. Aun con tres años de diferencia, bien pareciera que el hecho de volver a contar en el guion con William Faulkner fuese la excusa perfecta para abundar en las mismas obsesiones. Esta vez los protagonistas son directamente franceses, integrantes del ejército que ha de luchar contra los alemanes en la WWI, pero será la única diferencia. De nuevo aparece un triángulo amoroso imposible, ahora compuesto por un oficial (Fredric March), su superior (Warner Baxter) y una joven enfermera (June Lang). A medida que el metraje avanza, las similitudes son claras, hasta un desenlace directamente copiado, y que en mi opinión le resta mucho valor, dejándola en un lugar bastante discreto. Completaba el reparto protagonista nada menos que Lionel Barrymore, en un papel también estrambótico, un señor mayor (en realidad el padre del capitán interpretado por Baxter) que parece poseer un talismán que lo protege de las balas. Apenas sobresalen algunas escenas de corte cómico, aunque debo resaltar a June Lang, no por su talento interpretativo (su carrera hollywoodense fue más bien corta), sino por poseer una de las bellezas más puras que yo haya visto en el cine de aquella época. Y si me apuro, no hay mucho más que decir sobre este nuevo cheque para el bueno de Faulkner, que al menos le sufragaría alguna curda de las suyas...
Saludos.

martes, 1 de julio de 2025

Los amores irregulares


 

Parafraseando una miaja a mi admirado Garrel, me adentro en la (pen)última película de François Ozon, cuya incontinencia me suscita ese desbalance, que va de la militancia en sus aciertos a la desconfianza en sus pifias. QUAND VIENT L'AUTOMNE es una película de vocación chabroliana, que se quiere presentar como una vuelta de tuerca insólita, pero cuyos giros de guion me parecen directamente ridículos. Aun teniendo un personaje principal de peso, donde Hélène Vincent se desdobla en una carácter sin matices, con un pasado que sólo parece importar a los demás para solaparla, y que es decisivo para entender todas las decisiones que va tomando a lo largo de un marco repleto de gente tomando el camino más inverosímil. Ella es poco más que una apacible abuelita, retirada en un idílico caserón rural, que en pocos días ve cómo su vida da un giro copernicano tras la visita de su hija desde París, con un extraño suceso que termina por alejarla de su adorado nieto. Es raro, porque la película está bien contada, incluso excesivamente correcta para Ozon, pero las pequeñas disrupciones argumentales la van dejando cerca de la comedia involuntaria, donde lo grave se torna cliché, que entendería en un principiante, pero en un director tan curtido no me deja más opción que incluirla entre sus "prescindibles".
Saludos.