sábado, 18 de junio de 2016

Socialdemócrata



El cine social ya no tiene sentido. No tiene sentido seguir aumentando la presión en la barricada, porque frente a la barricada ya no hay nadie; los que gente como Pérez-Reverte han identificado como verdaderos criminales de la dignidad son sencillamente invisibles, un punto insignificante tras muros de información y océanos de cargos que sirven para tapar cualquier acción directa. En mi opinión, es mucho más estimulante abordar al hombre en su laberinto, sufriendo en sus carnes los infiernos de lo que se ha llamado crisis, pero que con exactitud deberíamos llamar "Redistribución no equitativa". Es por ello que una película como LA LOI DU MARCHÉ enciende el debate con inteligencia y poniendo, de verdad, el dedo en la llaga; en el hueso, la historia de un esclavo al que se arrincona imperceptiblemente para lograr el moldeo necesario para que termine ejerciendo como capataz, no esclavista, pero sí guardián de los otros esclavos, que sólo son tratados como seres humanos mientras sean "productivos" (obscena palabrota) y aflojen el bolsillo. Vincent Lindon (merecidísimo su premio en Cannes) compone a ese "hombre gris", anodino, vencido por su propia circunstancia e incapaz, aunque quisiera, de luchar contra quienes lo han rescatado de la pobreza para que su limosna comparezca en una nómina. Habrá quienes no puedan conectar con esa gelidez formal que a mí me ha recordado gratamente al Tavernier de HOY EMPIEZA TODO, pero este revelador film merece un vistazo más a fondo, porque de lo que habla, al fin y al cabo, es de nuestra propia ruina, aunque no queramos verla.
Saludos.

3 comentarios:

dvd dijo...

A mí me puso los pelos de punta, más que nada porque me parece repugnante lo huérfanos que estamos aquí de este tipo de propuestas.

Rod-ae dijo...

Es absolutamente cristalina y especular, magnífico Vincent Lindo. Dvd, no estamos tan huérfanos en propuestas, la reforma laboral se la pasamos a los franceses para que hagan ellos las manifestaciones, y las películas.

dvd dijo...

Cada día estoy más convencido de que este es un país maravilloso repleto de gente repugnante, ruidosa dicotomía, pero cierta... La anécdota que me ha ocurrido hoy prefiero ahorrarla, pero reafirma lo que digo.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!