martes, 13 de octubre de 2015

El odioso aroma de la disculpa



He visto SHRINK, película justamente olvidada de 2009... En inglés, el shrink film es ese plástico de envolver, que yo particularmente odio, usado en cocina. También viene a denominar al psicoanalista cuyo vínculo con sus pacientes puede llegar a formar casi una relación personal. No importa, nada de esto importa, excepto que ésta es una película sobre un psicoanalista que trabaja en Hollywood, que suele tratar a estrellas y gente del show business, pero cuya propia personalidad está bajo mínimos desde el suicidio de su esposa. Hay más gente. Un agente de actores que detesta que lo toquen (en realidad lo detesta todo... excepto el dinero), un aparcacoches que quiere ser guionista, una ex-estrella que ya no tiene papeles por la edad, una estrella actual que se pone ciego, una adolescente negra con problemas emocionales pero una gran pasión cinéfila y hasta Robin Williams en un papel muy desaprovechado, porque casi hace de sí mismo. Como dije, todo está envuelto en un plástico transparente, que te deja ver (mal) pero no tocar, y eso es la tumba de una película que hubiese necesitado más valentía y arrojo y menos formalidad televisiva (de donde proviene su director). Está, bueno, Kevin Spacey haciendo lo que puede, y lo mejor son sus amaneceres resacosos, para que se hagan una idea... Otra copia agilipollada y buenista de Robert Altman, para qué engañarnos; el final, tétricamente reaccionario, así lo atestigua... Como pedir disculpas sin que te toque...
La traducción del título original al español... pfffffff...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!